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Amistades nutritivas

Sentada en la orilla, con el agua por la cintura, sentí una caricia en mi pantorrilla, un beso furtivo, casi el roce de una seda. No alcancé a ver de dónde venía ese manoseo disimulado y me volví a sumergir en mis reflexiones estivales en un beatifico remojo. Por segunda vez noté la succión de mi pierna, directa y posesiva, mientras un tentáculo blanquecino desaparecía en la oquedad de una roca. Me asomé  para identificar al descarado admirador y me topé con dos ojazos negros y penetrantes que se fijaron en los míos y me buscaron todos los secretos.

Probé a darle galletas y me las escupió sin contemplaciones. Intenté introducir en su cueva carne de erizos y bígaros y montó un escándalo de arenas, algas y mollas que salieron en todas direcciones tras el estallido de su ira y el braceo de sus tentáculos. Sus ojos seguían fijos y desafiantes. Lo dejé por imposible. Pero fue a la mañana siguiente, cuando buceaba por el vecindario cuando apareció ante mí, en la pared que bajaba hacia el abismo marino, con las patas abiertas en abanico y la cabeza como el moño de Amy Winehouse. Me estaba pidiendo bailar. Así que interpretamos un vals muy lento, girando en grandes círculos junto a la playa, mientras yo tarareaba el “vals de las horas” a través de mi tubo de buceo. Estuvimos así varios días, disfrutando de nuestro romance singular y yo le preguntaba: de los tres corazones que tenéis los pulpos ¿A cuál he enamorado? Y de tus nueve cerebros, uno por pata y uno central, ¿Cuál de todos es el amistoso? Quizás solo un miembro era mi camarada y el resto se revolvían sin parar ante una pasión no compartida. Debe ser un tormento vivir condenado a conllevar de esa manera la existencia sin más solución que la automutilación. Los tentáculos de un pulpo tienen millones de receptores en sus ventosas capaces de oler y saborear. Es como tener un cuerpo con millones de lenguas, todas pugnando por clasificar sus sensaciones por encima de las demás, y por supuesto como mucho más ciertas que las del tentáculo de al lado, que realmente es un botarate que no tienen ni idea pero que se cree alguien ¡Ajá!

Aristóteles dijo de ellos que eran seres estúpidos, pero hoy sabemos que tienen cierta inteligencia y memoria a largo plazo. Una vez, en un acuario de no sé dónde, un pulpo tenía cierta manía por una de las cuidadoras y la empapaba con su sifón cada vez que la veía acercarse. La chica estuvo mucho tiempo sin ir a trabajar y el pulpo no volvió a mojar a nadie, pero cuando ella volvió a aparecer por la pecera, el molusco la emprendió a sifonazos, escupiendo como si se hubiera vuelto loco ¿Qué pasará por su cabeza? ¿Cuál de todos sus cerebros es el maniático y vengativo? Es un buen argumento para un cuento de terror.

Un día me sobrecogí. Vi llegar una neumática con hombres vestidos con neoprenos y tridentes enormes. Me acerqué y le vi en su guarida ordenada con piedrecitas blancas y su arena rasada y nivelada. Comencé a tapiarle la entrada con rocas y grava. Se revolvía sacando sus patas y derribándolo todo. El muy imbécil, montaba tal guirigay que difícilmente iba a pasar desapercibido. Pero logré que se marcharan sin pescarlo.

No entiendo muy bien cuál es la estrategia evolutiva de su memoria a largo plazo, ya que los pulpos no viven mucho tiempo. Volví al cabo de un año y ya no estaba. Espero que muriera de viejo en una cueva pulcra y aseada, que pusiera millones de huevos y los fecundara todos y que millones de pulpitos poblaran las costas del mar Jónico para alegría del mar y sus pescadores. En el fondo es un poco hipócrita mi postura, ya que luego me relamo ante una buena pata a la brasa o a la gallega, sin parame ni un segundo a pensar que podría ser mi amiga.

Había un cuento infantil bastante cruel. Un pulpo se hacía amigo de un tiburón. Jugaban y vivían felices en el mar hasta que el escualo tuvo hambre. Como no encontraban nada de comer, el pulpo le ofreció una pata y su amigo la aceptó encantado. Siguieron gozando y jugando hasta que el tiburón volvió a notar su estómago vacío. Se comió la segunda pata. Y así sucesivamente hasta llegar al final por todos esperado: se comió a su amigo y se quedó solo y aburrido. Somos capaces de contarles estos cuentos terroríficos a nuestros hijos y nos sorprendemos que derramen grandes lagrimones cuando los llevamos a tomar el aperitivo y pedimos… ¡Una de pulpo! Seguro que los niños nos ven como unas tintoreras sin sentimientos.

El secreto de cocinar bien un pulpo es que su carne quede tersa pero blanda y a la vez que no pierda el sabor; hay tratados extensísimos de cómo conseguir buen resultado. En esencia, se trata de romper la estructura del abundante colágeno de sus patas; para ello se le congela, se le seca al sol, o se le da una buena paliza. La imagen de un pescador apaleando y restregando un pulpo entre las rocas, es de las más tradicionales de todo el Mediterráneo.

En la antigua Grecia, durante la Anfidromía, αμφιδρομία, una especie de ceremonia bautismal, el padre giraba alrededor de la hoguera, con el recién nacido en brazos, mientras decía en voz alta su nombre. A la parturienta se le hacía comer pulpo para purificarla.

En Grecia, el pulpo, generalmente se prepara a la brasa, sobre el carbón y se sirve con limón y aceite. Si no se han ablandado bien sus carnes, el plato será un desastre. Si se ha hecho con esmero, es una de mis maneras favoritas de comerlo; sin ofender a las pulpéiras gallegas, que tiene un método secreto para cocerlo, imposible de reproducir en nuestra propia casa, por mucho que se emperren en explicarlo.

Viajando por Grecia, de una punta a otra, constatas una evolución gradual, desde oeste al este, en la preparación del pulpo. En el Jónico, su blandura se basa exclusivamente en la paliza. En el Peloponeso, sus patas se cuelgan al sol para que la deshidratación suavice sus músculos. En el Egeo lo llegan a secar tanto que lo convierten casi en salazón y me recuerda a la forma de comerlo en Valencia, el polp sec a la brasa,   típico de la noche de San Juan. Pero nadie puede negar que la imagen de los pulpos tendidos al sol es un icono que trasciende y evoca las islas de este país hasta en los  dibujos más esquemáticos. Eso sí, colgados en el secadero las patas no se pueden tocar entre ellas, puro sacrilegio, de lo contrario los pulpos olerán mal. Aquí dejo un enigma filosófico- bioquímico para el que quiera profundizar.

 

 

La receta de pulpo que hoy comento, es la de οχταπόδι κρασάτο, pulpo con vino. Aunque no es la más común, sí que se puede encontrar en algunas tabernas singulares. Es necesario hacerlo despacito y a fuego bajo, para que salga tierno.

Ingredientes:

1 Kg de pulpo
½ Kg de cebollas
Aceite de oliva y vinagre de vino
½ l. de vino tinto
½ Kg de tomates triturados
Laurel romero, pimienta negra, nuez moscada, clavo y canela.

Elaboración:

Poner un pulpo en la sartén hasta que tome color rojo. Retirar y trocear.
Dorar los trozos en aceite de oliva junto con las cebollas trinchadas. Añadir el resto de los ingredientes y dejar cocer de 2 a 3 horas.
Pasar la salsa por un pasapurés y verterla sobre los trozos de pulpo.

Πρόσεχε, πρόσεχε παιδί μου πως μιλάς
και προπαντός σε μας που σ’ αγαπάμε
δύο φιλαράκια έκανες και θέλεις να τα φας
αφού όταν το σκας αλλού κοιτάμε

Πρόσεχε, πρόσεχε παιδί μου πως μιλάς
και προπαντός σε μας που σ’ αγαπάμε

Τους φίλους τους διαλέγουμε
γι’ αυτό δεν τους παιδεύουμε
τα μυστικά μας λέμε
κι εμείς ερωτευτήκαμε
αλλά δε τρελαθήκαμε
τους φίλους δεν τους καίμε
κι εμείς ερωτευτήκαμε
αλλά δε τρελαθήκαμε
τους φίλους μας δεν καίμε

Μίλα μας, μίλα μας γιατί μας αγαπάς
τι κρύβεσαι από μας κι απ’ τη σκιά σου
δύο φιλαράκια έκανες και θέλεις να τα φας
για πρόσεξε μην έρθει κι η σειρά σου
Μίλα μας, μίλα μας γιατί μας αγαπάς
για πρόσεξε μην έρθει κι η σειρά σου

Τους φίλους τους διαλέγουμε
γι’ αυτό δεν τους παιδεύουμε
τα μυστικά μας λέμε
κι εμείς ερωτευτήκαμε
αλλά δε τρελαθήκαμε
τους φίλους δεν τους καίμε

Cuidado, cuidado, chico, de cómo hablas.
Sobre todo con nosotros, que te queremos.
dos colegas hiciste y quieres comértelos
si te preocupa miraremos a otro lado.

Cuidado, cuidado, chico, de cómo hablas.
Sobre todo con nosotros, que te queremos.

A los amigos los escogemos
por eso no nos burlamos
nos cuentan secretos
y nos enamoramos
pero no enloquecemos.
No quemamos a los amigos
Υ nos enamoramos
pero no enloquecemos.
No quemamos a los amigos

Háblame, háblame, porque me quieres
que escondes de nosotros y de tu sombra
dos colegas hiciste y quieres comértelos
cuidado no llegue tu turno.
Háblame, háblame, porque me quieres
cuidado no llegue tu turno.

A los amigos los escogemos
por eso no nos burlamos
nos cuentan secretos
y nos enamoramos
pero no enloquecemos.
No quemamos a los amigos

27 comentarios en «Amistades nutritivas»

  1. Deliciosa historia la del amigo pulpo, querida amiga. El vídeo que acompaña la canción, me ha recordado excursiones de mi infancia, donde empezamos a amar la naturaleza y a los amigos. Y el pulpo, la verdad es que me gusta con todas las variantes de su amplia gastronomía. Besos desde la cálida Cuenca.

    1. Yo reo que la playa donde aonteciron lo hechos tu la conoces.
      Me está costando contestaros lo indecible. A mi ordenador le fallan la e, la y la c; tengo que esribir a letra con l telado tactil d la pantalla. Prdonar i hay faltas.

      Besos

  2. Hola Anuska, ¡Menuda historieta la de tu pulpo!. Yo no sé si me quedaría tan tranquilo en el caso que un tentáculo me acariciara desde las profundidades. Tengo que reconocer que Spielberg me hizo mucho daño con su peliculita. A mí el pulpo me encanta, y curiosamente, a la gallega, es como menos me gusta (que no me oigan en mi familia). Yo lo preparo muy rico con garbanzos y si puede ser con pulpos pequeños mediterráneos. El secreto para que me quede bien tierno se llama olla exprés. En cuarenta y cinco minutos tienes un plato para chuparte los dedos.
    Un beso muy gordo para los dos
    Viriato

  3. El primer pulpo a la brasa que probé en Grecia y uno de los mejores fue hace ya bastantes años en el puerto de Egina. Después cogimos un autobús de la KTEL como el del vídeo para subir entre campos de pistachos hasta el templo de Atenea. Pero el viaje no fue tan plácido como el de Jaris Alexíu. Hacía un calor infernal, el autobús por supuesto sin aire acondicionado. Así que el conductor iba a todo trapo, con las puertas y ventanas abiertas de par en par para que entrara el aire, aun a riesgo de que alguno de los dos únicos pasajeros saliéramos disparados en una curva. Milagrosamente logramos mantener el delicioso pulpo en nuestros estómagos.
    καλό καλοκαίρι

    1. El autobus del video es genial. Ahora son mas modernos y fresquitos, pero aquellos eran mas familiares. Recuerdo uno en Paros en el que el conductor y un pasajero conversaban sobre el precio de las cosas, todavía en Dracmas. Subió una señora con la compra y acabaron abriendo todos los paquetes y desparramando la mercancía por el salpicadero, exclamando : ‘Habrase visto!
      Perdonar si hasta hay faltas pero mi ordenador está dando los últimos estertores y no le funcionan muchas teclas.
      Buen verano a todos

  4. Em Egina tuve la mala fortuna de clavarme tropecientas espinas de un erizo en la pkanta del pie. Y en Hydra he comido el pulpo peor de mi vida. Ala brasa y sin ablandar, era como comer goma de una rueda de camión ¡Puajjjj! Cosa para guiris. 😉

    Sigo leyendo tu libro. Despacito y deleitándome. Dos o tres capítulos (islas) por día. Una gozada.

    1. Cuando te toca un mal pulpo es como un dolor, no hay quien se lo coma, yo también recuerdo algunos con las patas como la correa de un alternador, pero cuando están buenos son deliciosos
      Me alegra mucho el que disfruteis, a pesar de las erratas, que espero corrijan para la siguiente edición.
      Un abrazo

  5. Hola Ana, sabrosa publicación… Si hay algún animal que atrae nuestra curiosidad cuando buceamos ese es el pulpo, observar como intenta mimetizarse con el entorno es todo un espectáculo. Y ver como le salen hasta unos pequeño cuernillos cuando se cabrea o estresa es increible. Lo que está claro es que es un animal muy curioso, y no me refiero a que nuestras miradas se dirijan a el, me refiero a que es un animal al que le gusta mirar y tocar, no hay más que esperar con una mano extendida a la entrada de su guarida, para que este saque, al cabo de apenas un minuto o menos, uno de sus tentáculos para intentar tocarnos ( o cazarnos…).
    Gracias por la publicación.
    Muxu bat.

    1. Creo que les atrae el color blanco, por eso te tocan la piel. Asi los pescan muchas veces, con poteras de color claro.
      Te supongo de vuelta en Euskadi y en tu huerto. Os deseo buena cosecha este verano.
      Abrazotes.

      1. Supones bien Ana, de vuelta ya en casa. Lechugas ya estamos comiendo pero con los tomates no despistamos un poco y los plantamos algo tarde, aun tenemos que esperar algunos dias para recoger los primeros, pero ya llegaran. Los pepinos y calabazas tambien vienen algo tardios. Este verano no se esta viendo por aqui tanto sol como el año pasado.
        Te seguimos.

  6. Hola Ana,
    para uno que nació en este extremo del Atlántico el pulpo forma parte del adn y, en mi caso, que mi padre (aparte de su trabajo) no dejó de pisar las rocas con sus secretos de pesca y el mar desde su pequeña barca, los pulpos pequeñitos, que llamábamos arañas, aparecían con frecuencia. Mi padre no lo hacía «a feira», su forma: después de mazado y cocido, lo partía en trozos en una fuente con cebolla dorada en aceite y le añadía algo de agua de cocer el pulpo. Una delicía.
    Como apendice a lo que te comentaba en un correo reciente en la anecdota del perro en Antiparos, mientras el perro estaba subido al barco y yo al otro lado, en medio había un segundo embarcadero y un pescador del lugar no dejaba de lanzar un pobre pulpo al suelo. Puede ser eso lo que contemplaba el perro y yo no caía.
    Espero que el libro vaya de maravilla.

    1. Hola Mario
      Ya se que en Galicia, el pulpo, es como la seña de identidad. El secreto de que no pierda el sabor es cocinarlo en su propio jugo, cosa que creo que hacia tu padre.
      Perdona si no te he contestado algún correo pero, como decia mas arriba, tengo problemas con el ordenador y me cuesta mucho escribir. Ademas se me pasan los dias y no me entero. Deben ser mas cortos ultimamente.
      Abrazos

  7. Buena historia la del pulpo…una más.
    Durante estos cinco días he estado leyendo tu libro. Me lo he pasado pipa, me ha encantado.
    Mientras leía las historias en mi imaginación te veía u os veía…
    Lugares, personajes…casa… que conozco… ¡Enhorabuena!
    Me ha gustado mucho.
    Un beso
    Carel

    1. Me alegro de que te diviertas, Carel. En el fondo ese es el afan de muchos escritores, entretener.
      Un beso y que tengais buen verano, aunque ya se que caluroso. Aquí hoy hace hasta fresquito.

  8. Hola ana
    Demás esta decirte lo bien que lo estoy pasando con tu libro,aún antes de leerlo regale dos ejemplares con muy buena acogida,uno fue para Argentina y el otro a Madrid.
    La historia del pulpo,como siempre amena,que invita a esperar otra nueva entrada similar,otro si,si hay erratas las obvio y sigo pa’lante,para que perder tiempo,en todo caso para ayudar a una segunda impresión si las podrías marcar y enviarlas a la editorial,en todo caso la edición se la ve cuidada y con cariño hecha.
    Un abrazo

    1. Bravo, Antonio, ya veo que eres un fan del libro. Ya he corregido el ejemplar que me mandaron y van a volver a imprimirlo, con las correspondienrtes correcciones, espero.

      Un abrazo y buena lectura

  9. Menestheo, marinero de Abril

    Hola Ana, creo ser un caso curioso, te sabido de ti antes por tu libro que por tu blog, el cual, después me ha llevado a indagar más y encontrarme con esta bitácora que vas creando al vaivén de los pensamientos y los días. No me extenderé mucho, soy un islómano como ya definió Durrell en su «Celda de Próspero» y un apasionado del mundo mediterráneo, su cultura y en particular de nuestra madre nutricia griega, la Hélade. que como bien sabemos cuanto amamos todo eso, Hélade es un concepto mucho más amplio que la geografía de la Grecia actual y que más que una geografía física, es una geografía espiritual, que se siente dentro, de ahí el dicho de que alguna manera todos somos griegos, y aún más si lo sientes dentro de ti como tal. Aún así, siento que tengo una deuda pendiente conmigo mismo, con mi ser y es la de visitar algunos de los rincones del paisaje griego que deseo sentir bajo mis pies y vislumbrar con mis ojos. Mientras, todos estos años he suplido esa deuda pendiente leyendo lo que otros han sentido antes que yo…Durrell, Leigh Fermor, Miller, autores preferentemente de lengua inglesa y ahora por fin, para satisfacción mia, en cuantro dos que lo hacen en mi propia lengua materna, uno de esos dos, eres tú y además lo haces estupendamente, suponiendo un verdadero deleite esos momentos de lectura. Te escribo desde una zona geográfica que para los griegos era una suerte de Eldorado y a la vez reino del Hades, la zona de Cádiz y el Estrecho y hay un punto concreto de esa zona, no excesivamente conocido, por fortuna, díria yo, llamado Punta Chullera que sirve de límite entre las provincias de Cádiz y Málaga, donde aparte de darte chapuzones en aguas cristalinas y pasar horas de snorkel, hay un chiringuito en el que su especialidad como ocurre en tantos lugares de Grecia, es poner el pulpo a secar, para luego servirlo a la brasa y es el único que lo hace asi por estos lares…Gracias por tus relatos

    1. Hola y bienvenido a bordo de la nave de los enamorados de Grecia. Es todo un honor que me compares con tan ilustres escritores. Pero me has dejado con la curiosidad de saber cual es ese otro libro que comentas, a parte del mio.
      Me alegro de que me escribas desde la otra parte del Mediterráneo y que todavía haya sitios así de vírgenes por nuestras costas.
      Espero que disfrutes leyendo el libro, tanto como yo escribiéndolo y maquinándolo.
      Saludos desde Kefallinia.

      Ana

      1. Menestheo, marinero de Abril

        Hola Ana, gracias por tu bienvenida…paso a dilucidar tu intriga, aunque seguramente si lo conoces, y si no, pues te recomiendo su lectura. El título es «La Isla olvidada. Un periplo por el Mediterráneo modesto», de Lluis Ferrés Gurt. Este autor tiene además dos o tres obra más en las que da rienda suelta a su faceta de escritor y navegante o navegante y escritor, como prefieras…Saludos desde Gadeiras

  10. Hola Ana. Por fin he encontrado ganas de pasarme un rato con el ordenador y como no dejo de ser un individuo complejo y contradictorio, echaba de menos tus relatos aunque fueran virtuales. Ni me acordaba que tu anterior blog se había eliminado. Pero he podido encontrarte y me alegro de ello, pues he vuelto a disfrutar de tus historias, con pulpos, flotillas o cualquier cosa que te llame la atención.
    ¡Y has escrito un libro! Ya lo he pedido y estoy ansioso por leerlo.

    Seguiré tu nuevo blog aunque tenga que entrar en internet de vez e cuando.
    Un saludo

    1. Ángel ¡Cómo se te echaba de menos! Espero que sigas navegando con tu barquito aunque no lo hagas por internet. Y que María esté encantada.
      Tuve que cerrar el otro blog porque Google me penalizaba por contenido duplicado. Personalmente me da igual, pero como tengo 2 páginas web tengo que cuidar su posicionamiento. Además, este sitio es mio y no de Google. En fin, rollos, lo importante es verte por aquí de nuevo.
      Espero que disfrutes el libro.

      Un abrazo

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