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Carneros de oro

Tengo tantas ganas de que llegue la primavera que hasta me adelanto a ella.

El inicio de la primavera viene marcado por el equinoccio, el momento en el que el sol pasa de tener declinación negativa a positiva. En el equinoccio, el sol de declinación cero, corta la elíptica en el punto vernal, punto de la primavera, que lleva por símbolo ϒ. Hace unos 3000 años, con el comienzo de las observaciones astronómicas, este punto vernal se encontraba en la constelación de Aries, la del carnero. Pero hoy se encuentra ya pasada la constelación de Piscis, llegando a Acuario, debido a la precesión de los equinoccios, el cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra, trazando un cono y recorriendo una circunferencia completa cada 25 776 años, período conocido como año platónico, de manera similar al bamboleo de un trompo o peonza.

 

La determinación de este punto vernal era de gran importancia para localizar el inicio del buen tiempo, de la floración, del comienzo del ciclo reproductivo, llegada de las aves, deshielo de los montes. Por eso en muchos asentamientos neolíticos las pinturas rupestres muestran el símbolo de Aries, ϒ, posiblemente marcando el lugar donde incidía un rayo de sol en una época del año muy determinante para la supervivencia.

Pero, sobre todo, el punto vernal se convirtió en una referencia de la esfera celeste para localizar astros. De la misma forma que el meridiano de Greenwich ajusta nuestros relojes, la ascensión recta, la distancia al punto vernal, es la hora universal de nuestras estrellas, la que aparece en los almanaques y permite apuntar los telescopios a las enigmáticas luces del firmamento.

Algunos kilómetros al oeste de Tánger, sobre la costa atlántica, hay un promontorio rocoso, formado por duro pedernal y agujereado por cuevas como un queso podrido que lleva el nombre de «Grutas de Hércules». En este lugar dicen que mató el héroe al gigante Anteo que le impedía el paso al jardín de las Hespérides, uno de los trabajos expiatorios por haber desafiado la naturaleza y haber asesinado a sus hijos. Y un poco más al norte se encuentra el cabo Espartel, la entrada al Mediterráneo y al estrecho de Gibraltar; allí donde estaban las columnas de Hércules.

El cabo Espartel es el cabo de las orcas; espartes llaman al gran mamífero marino en Andalucía. Cada primavera, en concreto la primera luna llena después del equinoccio, coincidiendo con la semana santa, regresan los atunes rojos a las aguas donde nacieron, al Mediterráneo. En su migración no se alimentan, solo van a reproducirse, y para ahorrar calorías utilizan las corrientes del estrecho que los introducen en el Mediterráneo. Las orcas conocen esta migración anual y se apostan en las orillas empujando a los atunes que se acercan a la costa buscando el reflujo de marea favorable a su navegación. Los atunes, al encontrar a las orcas, saltan literalmente a las playas, del terror que le producen sus dientes afilados. Esta costumbre es utilizada desde antiguo para la pesca del atún rojo y para la colocación de las almadrabas, donde quedará el pez perdido en un laberinto y dirigido a su destino final.

El caso es que los fenicios y mucho antes, el hombre neolítico, sabia de esta extraña cooperación de las orcas con los humanos y calaban sus almadrabas en puntos estratégicos del Mediterráneo donde sabían que aparecería la gran migración anual. Dado el tamaño de estos peces, que en la antigüedad debía ser mucho mayor al de ahora, y dada la numerosa pesquera que debían hacer, con el consiguiente acopio de alimento proteico que les duraría todo el año, es comprensible que el momento justo de su aparición en las aguas fuera considerado un acontecimiento de suma importancia.

En Zahara de los atunes hay una cueva artificial, posiblemente del neolítico, donde además de pinturas de peces y orcas, hay una curiosa hendidura que canaliza el sol cada tarde. Cuando el rayo de sol que atravesaba dicha hendidura, daba de lleno en el símbolo de Aries, también dibujado en la cueva, era el momento de esperar a que los espartes hicieran su entrada, precedidos de los generosos bancos del gigante rojo.

La utilización de las orcas en la pesca del atún ya está descrita por Aristóteles, que la observó en el mar Negro. Y curiosamente los griegos llamaban a las orcas “los carneros del mar”, posiblemente porque en su vistoso vientre tienen adornos con el símbolo de Aries, ϒ. O bien Aries tiene el curioso símbolo del vientre de las orcas.

 


Siempre me ha parecido llamativa la fijación que tienen las religiones y mitologías con el macho de la cabra; de hecho, a Zeus, el dios olímpico más poderoso, se le representa como un carnero. Mas tarde, son los cristianos los que arrebatan la simbología capril y se pasan la liturgia hablando de carneros y corderos de Dios que espían pecados en una jerga que cuando la oía de pequeña me parecía incomprensible. Ya se sabe que hay verdades que no puede asimilar nuestro corto entendimiento, así que desistí pronto.
Pero parece hasta divertido que sea un cordero degollado y dorado lo que se otorga a las grandes personalidades de la realeza, el famoso Toisón de oro que introduce al galardonado en la orden de caballería del mismo nombre. Todos emocionados por un borrego que les otorga el poder.

Que paliza con las pieles de carnero ¿No? Pues lo mejor es llegar a los orígenes y al viaje que emprendieron Jasón y los argonautas en busca del Vellocino de oro.

Atamante era un rey beocio que estaba casado con Nefele, esta le dio dos hijos mellizos: Hele y Frixo. Pero Atamante se encaprichó y se casó en segundas nupcias con Ino, con quien tuvo otros dos hijos. Para asegurarse los derechos sucesorios de sus vástagos, Ino planeó el asesinato de Hele y Frixo. Pero ellos huyeron a lomos de un ¡carnero volador! Este animal, dotado de razón y de palabra, tenía una hermosa lana dorada y podía moverse en el aire lo mismo que sobre la tierra.
La pobre Hele se cayó y se ahogó en los Dardanelos, llamado así Helesponto. Frixo llego a la Colquide, a orillas del mar Negro, sacrificó al carnero y colgó su pellejo de un árbol sagrado. Un dragón custodió durante años al así llamado Vellocino de Oro, hasta que llegó Jasón y lo robó, ayudado por Medea. El resto de la historia del trozo de piel dorada, pretendida por todos, es el viaje del Argos y de cómo Jasón, su portador, se convierte en poderoso.

Ya está. Creo que me voy a comer unas chuletas áureas mientras espero el equinoccio.

Το χρυσό κουρέλι που στα μαλλιά της φόραγε η Νεφέλη
να ξεχωρίζει απ’ όλες μες στ’ αμπέλι
ήρθανε δυο μικροί μικροί αγγέλοι
και της το κλέψανε.

Δυο μικροί αγγέλοι
που στα ονειρά τους θέλαν την Νεφέλη
να την ταίζουνε ρόδι και μέλι
να μη θυμάται να ξεχνάει τι θέλει.
Την πλανέψανε.

Υάκινθοι και κρίνα
της κλέψαν τ’ άρωμα και το φοράνε
κι οι έρωτες πετώντας σαϊτιές, την περιγελούν.

Μα α καλός ο Διας
της παίρνει το νερό της εφηβείας
την κάνει σύννεφο και την σκορπά
για να μην τη βρουν.

Δυο μικροί αγγέλοι
που στα ονειρά τους θέλαν την Νεφέλη
να την ταίζουνε ρόδι και μέλι
να μη θυμάται να ξεχνάει τι θέλει.
Την πλανέψανε.

El velo dorado que portaba Nefeli en sus cabellos
para diferenciarse del resto entre las viñas
vinieron dos ángeles
y se lo robaron.

Dos pequeños ángeles
Que pretendían a Nefeli en sus sueños.
La alimentaban con granada y miel
para que olvidase sus deseos
y la sedujeron.

Jacintos y lilas
tomaron su fragancia y se la apropiaron
Los amores, lanzando dardos, se burlaban.

Pero el bueno de Zeus
Le quitó el agua de la adolescencia
la convirtió en nube y la disipó
para que no la encontraran.

Dos pequeños ángeles
Que pretendían a Nefeli en sus sueños.
La alimentaban con granada y miel
para que olvidase sus deseos
y la sedujeron.

6 comentarios en «Carneros de oro»

  1. Hola Ana, interensantísima entrada, mira, yo soy Aries en el zodiaco, entré en la primavera por dos días, y curiosamente es algo que me encanta. No es que odie el invierno, pero, imagino que por motivos de la edad que vamos ganando, cada año me gusta menos el frío y la lluvia. Adoro los días que van del 15 de Mayo al 15 de Junio, días de mucha luz, días de amaneceres frescos (aquí) y mediodías templados con un mar impregnado de un azul radiante que deslumbra.
    Por aquí también tenemos nuestras historias con el macho cabrío y con alguna cueva… En euskera el macho cabrío es aker y negro es beltz. http://mitologiadevasconia.amaroa.com/personajes-mitologicos-de-vasconia/akerbeltz . Tenemos unas cuantas tabernas con nombre Akerra y hasta una cerveza que se elabora con agua del pirineo llamada Akerbeltz, por cierto buenísima. http://www.akerbeltz.fr/bieres-akerbeltz.php .
    Como ves el mundo está lleno de cabrones…
    Un saludo.

    1. Sí, es curioso que el Cabrón haya sido siempre la representación del dios todopoderoso y luego acabe convertido en un insulto. No hay quien nos entienda. En todas las culturas, por alejadas que estén siempre aparece la cabra o el cordero, pero si te fijas, el demonio también es una cabra. Sabes, en griego cabra es tragos, como tragedia, o como canción, tragudi,
      Probaremos esa cerveza divina
      Un abrazo gordisimo y preprimaveral

  2. Hola Anuska, menuda historia interesante. Me lo he tenido que leer dos veces para ver si en mi dura mollera entraba algo de todo lo que nos has contado. Yo, igual que Fernando, a pesar de nacer en Escorpio, cada día me voy enamorando más del placer de la primavera. Que poco me gusta el frío. Si me dan a elegir, prefiero un asfixiante día de agosto en la bañera, que una gélida travesía, en la que llevas tantas capas como una cebolla, y a pesar de todo te pelas de frío. Hablando de cabras y cabrones, te has dejado a la cabra más importante, la de la legión. Tendrá algo que ver con que nos has contado? Yo, como siempre pensando en lo mismo, el cabrito que mas me gusta, es el que está hecho al horno, regado con un buen vino.
    Un beso gordísimo
    Viriato

    1. Tú siempre a lo tuyo: cabrito asado. Igual te estás comiendo a algún dios ancestral y tú tan pancho.
      La cabra de la legión es novia de la muerte, esa no cuenta.

      Brindemos por el buen tiempo que espero llegue pronto

  3. Como buena naveganta maneja usted con familiaridad y acierto los fenómenos celestes que en mi caso tendré que estudiar para «epatar » .Para una epicúrea de la Mancha es asunto de apasionado interés ya que las llanuras manchegas bien se confunden a veces con el mar o el desierto.No es extraño que Alonso Quijano tuviera desvaríos por nuestra tierra.Sólo en la cubierta de un barco en plena noche en el Nilo vi un cielo tan brillante,bello y amenazante como en mi pueblo en las frías y oscuras noches de invierno cuando era pequeña.No es casual que Hipatia de Alejandría y tantos geométras y matemáticos fueran de ahí.Ya hablaremos, provocadora de sueños .

    1. Es lo que tiene el culo inquieto y el cambiar de profesión varias veces, que al final pareces humanista, cuando en el fondo eres aprendiza de todo y maestra de nada, pero tu ,que eres epicurea, me entenderás. Las estrellas siempre me gustaron, sobre todo sus cuentos mitológicos, era la forma más espontanea de explicar lo que observaban, Yo, los cielos más estrellados e imponentes los vi en la meseta castellana, cuando no había tanta contaminación luminica de autovías, urbanizaciones y centros comerciales; es decir, por el plehistoceno superior. Brindemos por Hipatia.

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