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Mapa mundi según los textos de Herodoto |
No hay un momento concreto en el que se nos ocurriera plasmar en dos dimensiones lo que veíamos en tres; ahora dicen que pueden ser muchas más; para poder reproducir viajes ya realizados y dejar constancia de los peligros del camino. La geografía, y en concreto la cartografía náutica, surgieron como una constante evolución de ese mapa homérico por sucesivas aportaciones de algunos y frenazos religiosos de otros. Pero afortunadamente los diferentes cultos se turnan para castrar nuestro conocimiento; hoy por ti mañana por mí; y fueron los árabes esta vez los encargados de transmitir los antiguos trabajos griegos y continuar con el desarrollo de ciencias no accesible a los europeos durante más de 1.000 años como la astronomía, la matemática y la geometría. La mayoría de los mapas medievales tienen concepción de Orbis Terrarum, conocido por sus siglas O.T. La O representa el mundo circular, la forma geométrica perfecta, rodeado por el océano, la T hace referencia a la a la cruz y el centro del mapa era Jerusalén. Los árabes sin embargo, partiendo de los escritos de Ptolomeo, estudiaron los sistemas de proyección y desarrollaron mapas para orientarse y viajar a la Meca. Los conocimientos griegos volvieron a nosotros con su paso por Al-Ándalus. De alguna forma corroboraban que el pequeño mundo era una circunferencia en la que todo circula, se aleja y retorna.
Hoy navegamos con sofisticados sistemas de posicionamiento y cartografías digitales. Dando un click con el ratón tenemos acceso a toda la información que puede contener un pixel terrestre; profundidades, mareas, corrientes, predicciones meteorológicas, fotografías y hasta datos añadidos por nosotros. El viejo globo terráqueo deja de tener secretos que nos perturben. Los viajes pierden gran parte de su romanticismo. No despotrico de la tecnología que nos facilita la vida, pues solo hay que recordar el tiempo en que surcábamos los mares con gran parte del barco ocupado por las cartas de papel. Tenías dos soluciones, o las enrollabas en plan papiro y las guardabas en un armario, o las plegabas como una sábana y las apilabas en la mesa de cartas. En el primer caso ellas tenían la costumbre de acomodarse y volver a su forma, como un muelle, por mucho que tú te empecinaras en lo contrario; acababas sujetando sus esquinas con los codos y la nariz mientras el barco escoraba y el resto de utensilios resbalaba por la mesa. En el caso del plisado, indefectiblemente siempre caía una isla o un bajo importante en el pliegue, por no comentar lo difícil que era trazar rectas con los altibajos del papel y los obstáculos de las molduras de la mesa de cartas, que aunque se llamara así nunca tenía el tamaño suficiente como para albergar una entera extendida.
La cartografía electrónica nos hace cómoda la existencia pero nos priva de los recuerdos de esas rutas dibujadas, que nadie se molestó en borrar, y esas filigranas en sus márgenes, producto de guardias aburridas y somnolientas; las que hoy me he encontrado en el trastero cuando una pila de cartas antiguas se han precipitado sobre mi cabeza. La electrónica hace más segura la navegación. Bueno, depende. Que se lo digan al Team Vestas que se subió en una isla en medio del océano, en la pasada Volvo Ocean Race, por olvidarse de darle a la ruedecita del ordenador para cambiar la escala.
Pero lo que más me preocupa es que lleguemos a olvidar su nombre; las cartas de marear.
παιδεύεις,
γυρεύεις.
Es cierto, solo su nombre dice mucho de ellas, cartas de marear, pequeñas obras de arte sin duda.
Tengo por costumbre fijar mi posición en una carta al menos una vez cada día que salgo, para ello me ayudo de un compás de marcaciones o demoras, es un juego que me gusta mucho. Verdad es que la electrónica nos simplifica a menudo estas operaciones, pero que gratificante resulta hallar un método que nos recuerda que la navegación a vela es un arte que nos ha llegado desde siglos atrás.
He terminado recientemente de leer un libro precioso, muy sencillo por su tamaño, pero tremendamente instructivo por su contenido, "Manual de navegación para fenicios", de Lluis Ferres Gurt.
Quien fuera fenicio…
Una entrada de la podríamos hablar largo y tendido Ana, un tema precioso.
Ese libro que citas de Lluis Ferres también lo he leído yo y está muy bien. Es muy curioso la forma que tenían de navegar observando el vuelo de los pájaros, eso les confería un instinto de navegantes que no tenemos ahora; navegar por el olor, por el sonido, por la sensación e la piel, no digo que eso tenga que ser lo único, la tecnología es un plus de seguridad indiscutible, pero cada vez hay menos navegantes completos, como yo lo entiendo, en el sentido más humanista de la palabra. Está claro que me estoy convirtiendo en una romántica cebolleta, pero ¿Qué se le va hacer? Como dice Cesar más abajo, la literatura es la clave de muchas cosas.
Un abrazo
Cuando le ocurrió el accidente al Team Vestas estuve a un tris de llamaros. Recordé el archipiélago de Chargos donde perdió su primer barco nuestro querido Bernardo Moitessier, relativamente cerca de Cargados Carajos. Parece ser que la tripulación del Vestas no lee a los clásicos. Ahora no recuerdo que otro barco embarranco en este arrecife, pero nada mas oír su nombre no me costó nada situarlo en la carta que todos llevamos metida en la mollera, construida con los retales de las historias vividas por otros en sus libros. No solo el GPS/plotter a arrinconado las cartas y las maneras de navegar clásicas, también se ha cargado el gusto por la lectura de barcos.
Un beso como una casa
Viriato
PD:
De todas formas lo que le ha ocurrido al Vestas es alucinante.
¿Nadie perdió media hora en empollarse los posibles recorridos?
¿Tanto fiamos a la electrónica?
El día que los barcos se queden sin pilas, el mar se va a quedar vacío.
Otro besazo
La electrónica está bien pero no podemos convertir el navegar en un videojuego o acabaran los islotes llenos de barcos varados con sus capitanes con iphones en la mano. De todos modos, la historia del Vestas no es la misma, pues estamos hablando de profesionales con bastante experiencia y eso preocupa. Esta claro que el mar no perdona y cuando bajas la guardia aprovecha siempre para darte un sopapo de humildad. El que crea que esto es pura tecnología esta comprando boletos para dejarse la orza en un bajo o cosas peores.
Como decía uno en un foro náutico: con los bajos lo mejor que se podía hacer es volarlos con dinamita. Fíjate hasta que limite de banalidad está llegando la náutica. Y tu quieres que se lean a los clásicos. ¡Que gracioso!
Besitos
¡¡ Permisooo!!, me entrometo de nuevo en la conversación…
El lado cruel del naufragio del Vestas es la parte que se va a llevar la persona encargada de la navegación en la pantalla del gps, posiblemente se tendrá que ir despidiendo de la competición por un buen tiempo. ¿Quién va a querer a bordo a una persona que mando al carajo un proyecto de muchos miles de euros por no no cambiar la escala en la pantalla del gps ?, c´est la vie.
El "otro" naufragio que ocurrió por aquellos mares, al que se refiere Viriato, tal vez sea el sucedido en el islote Tromelin, allá por el siglo XVIII. Una historia sorprendente sin duda, se puede saber algo de ella aquí https://fronterasblog.wordpress.com/2014/04/14/los-esclavos-olvidados-de-tromelin/
Leer los clásicos, que placer, terminaremos por olvidar quien era y que escribió Joseph Conrad por ejemplo, tiempo al tiempo.
Hoy priman otros valores, bueno, valores no se yo si es su nombre, hoy vale la rapidez, la alta tecnología, el diseño, cada día adoro más que mi pequeño velero no pueda superar en las mejores condiciones los 7 kn. No se a donde va a ir a parar este alocado mundo, tal vez a un escollo en medio del océano…
¡¡ tres hurras por el slow sailing !!
No te conozco, pero como Viriato me tomo la libertad y te mando también besazos.
No hace falta que pidas permiso, estás en tu casa. Y a Viriato, solo tienes que darle cuerda…
La verdad es que lo del navegante del Vestas me da mucha pena. Cuantas veces hemos estado a un tris de algún accidente por un despiste tonto. Cuando te libras por los pelos te quedas encogido, con el cuello de la camisa estrecho y pensando: no se puede bajar la guardia ni un segundo. Glups. Ya sé que lo del Vestas es un error muy gordo pero me imagino el cuerpo que se le pondría al pobre navegante cuando comprendió que había pasado. No me gustaría estar en su pellejo.
La historia de la isla de Tromelin no la conocía, pero me parece fantástica. Gracias por el enlace, Fernando.
Lo de Conrad ya es para licenciados en Náutica. Yo doy prácticas todos los fines de semana; es un tormento. Cuando les pregunto si saben quien era London, Conrad o Slocum, me miran como si me hubiera vuelto loca. Es triste, porque todos saben quien es Belen Esteban. PUaj
Un abrazo a los dos
Parecemos una convención inglesa… !Gracias Fernando por el enlace!. En cuanto termine estas líneas entro y lo leo. No, no me refería a ese naufragio, igual que Ana, no lo conocía. Llevo desde ayer rebuscando en mi mollera porque "carajo" "Cargados Carajos" me ronda ahí dentro y no lo localizo. Me viene Bernardo de nuevo. Habrá que releer " Un vagabundo.." y Tamata" de nuevo. Siempre un placer.
Creo que esto ya lo conté, pero me dejó tan impactado que ahí va de nuevo:
Haciendo las prácticas para "capitán" estábamos doce personas, entre cincuenta (mi menda) y treinta y pocos años y ninguno, incluido en patrón que nos apacentaba, sabían de Bernardo, London o Slocum, imaginaros de Conrad. Los dos días de "practicas" fue enseñarnos a atracar ( muy necesario para cruzar el Atlántico) y hablar de tablets y demás gachet náuticos. ¡Ana eres una santa!
Un besazo para los dos y de nuevo gracias por ampliar mi horizonte
Hola Ana buenos dias, reciba un cordial saludo de este servidor. le pregunto, quien era London, Conrad o Slocum? Muchas gracias y no te voy a mirar como si estuvieras loca, muchas gracias!
Hola, Gustavo:
Un placer el tenerte por aquí.
Slocum fue el primer navegante solitario que dio la vuelta al mundo en un barco de vela, por placer; vivia de contar su historia por los puertos. Tiene un libro muy bueno que se llama «Navegando en solitario alrededor del mundo». Conrad fue un marino profesional , además de escritor. Entre sus libros más famosos esta «La linea de la sombra», que fue llevada al cine por Copola en Apocalipsis Now.
London fue un escritor, estilo Louis Stevenson, con preciosos relatos sobre los mares del sur.
Espero que te gusten, son como los gurús de los marinos y navegantes.
Un saludo
Ana Capsir