En el Suroeste de Evia, frente al puerto de Marmaris, hay un archipiélago de unas 10 islas llamadas Petáli. Sus nombres son tan sugerentes como: Gran y Pequeña Petáli, Plataruda, Huevo, Flor, Funda, Tragonisi, Makri y Lebenusa. Tuve la ocasión de pasar con un ferri hace ya muchos años por la parte sur de su isla más grande, Megalonisi, y aunque la distancia me impedía ver con precisión, se intuían la claridad de las aguas y la paz de sus lomas redondas cubiertas de unos secos tomillos que se personaban hasta la cubierta del barco. Este año, al navegar por su costado, aprovechamos para conocerla de cerca. La isla es tan agradable como imaginé, con unas playas de finas arenas y algunas casas abandonadas utilizadas por pescadores para guardar sus aperos. Colarte entre los estrechos que dejan sus costas, diferenciarlas y llamar a cada una por su nombre es para mí un privilegio. Honor que comparto con las cabras y los pequeños Kaiques que se refugian en la ensenada esperando el amanecer para recoger sus trasmallos. El viento arrecia y el Meltemi no da tregua; son los buenos momentos para oler y mirar.
Megalonisi estuvo habitada hasta los años 70, cuando se declaró desierta. Pero a pesar de ello, tenía una serie de habitantes ocasionales, fundamentalmente en verano, que compartían algo en común: pertenecer a la flor y nata de lo que se viene a llamar la jet set. Así que en los meses de estío no era raro ver a Nureyev, Greta Garbo, Churchill y hasta a la mismísima María Callas acompañada por otro de sus trágicos amores, Pier Paolo Pasolini. Al conjunto llegaron a llamarle “Las Seychelles griegas”.

Fotografia de Protocema.gr
Megalonisi había sido un regalo de bodas del rey Jorge I a su hija Olga después de la independencia del imperio Otomano, de ahí pasó a manos de una importante familia de armadores griegos y por último, no sé si en su totalidad o solo un trozo de la propiedad, fue adquirida por Paloma Picasso que la vendió en 2015 a Mr. David, también conocido por ser dueño de Coca-Cola Hellenic Bottling Company, quien se la cedió a su queridísima hija. Ya sé que parezco el registro de la propiedad, pero es necesario para seguir adelante con esta historia.
Al oír hablar de la Callas, es inmediato hacer la comparación con otra famosa isla del Jónico, Skorpios, donde Onassis tenía su mansión y donde la cantante pasaba largas temporadas. Skorpios, y algunas islas vecinas, como Skorpidi o Sparti, pasaron recientemente a manos de Ekaterina Rybolovlev, gracias a un presente de su amantísimo padre y a un amaño legal de los abogados del magnate ruso para evitar el testamento de Aristóteles donde expresamente se decía que la isla no podía ser propiedad de nadie ajeno a la familia Onassis.
Pero las similitudes no acaban ahí. Los nuevos dueños de Megalonisi han anunciado la construcción en la isla de un centro muy secreto. Todos los trabajadores contratados han jurado guardar silencio de lo que allí se cocina, pero se rumorea que posiblemente se trate de un complejo de vacaciones para turistas de altísimo poder adquisitivo. Qué casualidad que la Ekaterina de rubios cabellos haya decidido construir un hotel de lujo en Skorpios. Así como en Megalonisi todavía no han empezado, por problemas burocráticos, en Skorpios ya es posible distinguir el gran pelón en la montaña y los camiones haciendo cola transportando materiales. ¿Es posible que los ricos no sean tan ricos como parece o es que el afán de acumular nunca tiene fin? Hay que tener poco corazón para explotar y llenar de cemento unas bellezas como estas.
Dio la casualidad de que venía leyendo un libro de ciencia ficción que exponía la teoría del “bosque oscuro” como explicación a la paradoja de Fermi. Esto es: dada las altas probabilidades de que haya infinidad de planetas donde se haya dado la posibilidad de la vida ¿Cómo no hemos podido tener contacto todavía? Según la teoría del bosque oscuro el universo es como un monte sin luz. Toda civilización es un cazador con un arma que camina silenciosamente por el bosque intentando no ser descubierto por otros cazadores. Y si uno descubre a otro, no importa si parece bueno o malo, joven o viejo… lo único que puede hacer es matarlo para asegurar su propia existencia. Cualquiera que revele su ubicación será destruido porque todas las civilizaciones crecen y evolucionan hasta que el medio es insuficiente para soportarlas y deben salir en busca de otros planetas en los que encontrar nuevos recursos. Así que lo más práctico es no contactar. No hay forma de saber si otras formas de vida pueden o querrán destruirte teniendo la oportunidad. Como no hay certezas, la opción más segura para cualquier especie es aniquilar otras formas de vida antes de que hagan lo mismo con ellas y si no puedes hacerlo mejor te callas y pasas desapercibido.
Es una teoría escalofriante y pesimista. Pero, trasladándola al mundo insular se encuentran ciertos paralelismos. Las islas más vistosas y conocidas, es decir Mykonos, Corfú, Rodas o Santorini, sucumbieron hace tiempo al afán depredador de los constructores por su llamativa singularidad. Luego salieron al gran público otras menos publicitadas; Milos, Skiathos, Kufunisi, Naxos, Paros, Lefkada… Cuando el problema se reducía a un boca a boca o a un folleto turístico, el proceso iba lento, pero con la llegada de la gran galería, del enorme patio de vecinos de las nuevas tecnologías, el ritmo ha alcanzado una velocidad de vértigo. Cuando la oficina de turismo griego utilizó la fotografía del famoso barco varado en la playa de Zante, puso al descubierto un universo que a los pocos años fue tomado por las masas y desapareció engullido en la vorágine. Las islas pequeñas, disfrutadas solo por pescadores y rebaños, tranquilas y calladas en su bosque oscuro, han sobrevivido hasta hoy como las vírgenes de un santuario, pero al fin han sido desenmascaradas por los sigilosos cazadores agazapados que sin dudarlo un instante han levantado el rifle, han apuntado y ¡PUM!
Espero que amaine el viento y pueda pensar en otras cosas.
P.D. Por causa de problemas informáticos ha sido necesario republicar esta entrada. Debido a ello se han perdido algunos comentarios; no puedo recuperarlos. Pido disculpas, principalmente a las personas que se habían tomado la molestia de escribir sus opiniones.
Hola anuska, ha ocurrido una cosa muy curiosa. Recibí ayer el e-mail que me avisaba de que habías vuelto a sacar una entrada en el blog, entré, lo leí y te puse un comentario. Esta mañana al levantarme, he vuelto a recibir el mismo e-mail repetido, con la misma entrada, pero mi comentario había desaparecido. Curro doble. Aqui va lo que te había contado en el anterior; más/menos, porque como bien sabes, nunca uno se baña en el mismo comentario dos veces:
Te decía que curiosamente Isa y yo ya habíamos estado en Megalonisi, fondeados frente a la casita de pescadores que hablas. Mi recuerdo no es muy bucólico. La driza de mayor le había dado por irse de paseo palo “pa arriba”, y me tuve que poner hacer el cabra para recuperarla. Como bien sabes, en el Viriato dos no tenemos escalones, como los que había en el Viriato uno. No sabía que a la espalda de donde estuvimos durmiendo había unas islas tan bonitas, con el agravante de que este año el Meltemi se habia ido de vacaciones. Quedan guardadas en el tintero del próximo viaje.
De la inquietante paradoja de Fermí, qué quieres que te diga. Ahí tenemos a la mitad de los astrónomos del mundo, buscando tierras habitables por doquier. Imagino que en otros mundos se estarán mirando en el mismo espejo. Que los dioses nos cojan confesados…
Espero que el meltemí no sea muy coñazo y os deje navegar a gusto.
Mogollón de besos
Viriato
Hola , Cesar. Ayer tuvimos un pequeño terremoto informático y hubo que restaurar las webs y el blog a un estado anterior, así que se perdió la entrada. Aunque la he intentado republicar como estaba, no hay forma, no aparecen los comentarios. Lo siento mucho, pero ya veo que has vuelto a escribir, te lo agradezco.
Me escribe un amigo griego en FB, diciendo que su abuela era de Megalonisi. Cuando la isla pasó a manos del armador del que hablaba , este expulsó a todos sus habitantes que tuvieron que salir con lo puesto ¡Qué terrible e injusta que es la historia!
Besitos a los dos
Nosotros hemos estado este septiembre en las Espóradas y hemos tenido la misma impresión que tú aunque por diferentes motivos: Skiathos, la isla mejor comunicada (tiene un pequeño aeropuerto y conexión directa con la península) ya se encuentra en avanzado proceso de destrucción: las calles del casco viejo de su única ciudad se han convertido en un desfile de tiendas de recuerdos y restaurantes para turistas. La isla está llena de casas de alquiler y hoteles (por suerte son pequeños) que en julio y agosto deben llenar de bañistas sus playas, cubiertas por filas de hamacas y sombrillas para adaptarse a las exigencias del turista italiano.
Por suerte, ese turismo de hamburguesa y hamaca aún no se atreve a coger el ferry, y el resto de las islas, sobre todo las menos pobladas o peor comunicadas, siguen siendo un paraíso de aguas azules y pequeñas tabernas cuyo público es mayoritariamente griego. Pero ya se ven los primeros síntomas de la infección en Skópelos o Alónysos y me temo que en pocos años serán invadidas por el monstruo del turismo de pulsera que se extiende lentamente por todo el Mediterráneo.
No se que es peor, el turismo de lujo del que hablas en tu artículo o el turismo de hamburguesa y hamaca que homogeniza el paisaje y deshumaniza los pueblos, echando a sus habitantes o convirtiéndolos en hosteleros o camareros.
A veces, cuando navego por Grecia, tengo la sensación de viajar por un mundo que se acaba…
Ana la de las dos palmeras
Hola Ana:
Skiathos hace mucho tiempo que se perdió para la causa y la peli de Mamma mía ha sido la puntilla. El otro día, cuando publiqué la entrada, me escribió un amigo griego. Su abuela había nacido en Megalonisi, pero cuando la isla pasó a manos del armador adinerado, expulsaron a todos sus habitantes que se fueron con una mano delante y otra detrás a malvivir en los barrios de Atenas. Qué cruel que es el ser humano.
El turismo de hamaca y tumbona es horroroso, pero ese normalmente viene detrás del de lujo. Solo hay que acordarse del cambio sufrido por tu hermosa isla. Por eso, creo que la única solución es que pasen desapercibidas.
Un besazo enorme y espero que lo pasarais bien en las Esporadas. Yo las conocí hace 25 años y eran una maravilla. Bueno, lo siguen siendo.
Hola Gersio. Perdona pero, debido a un error informático se perdió tu comentario. Lo transcribo aquí abajo y te doy las gracias de que hayas pasado pro aquí.
Muy pesimista, pero tristemente realista