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El baile de los malditos

De todos los animales parece ser que el hombre es el único que es capaz de bailar, me refiero a danzar por placer, no valen osos ni perritos amaestrados ¿Para bailar qué necesitamos? ¿Música? Yo creo que no hace falta una melodía elaborada, sino que a veces basta con un compás desnudo; el de unos tacones, unas palmas, unos nudillos, unos palillos o unas cucharillas. O con simples pedorretas.  Pero no es extraño ver bailar; ilusionadamente me refiero; a loros o cacatúas. Precisamente son ellos, como nosotros, los únicos capaces de entonar música con la boca. Alguna vez leí algo al respecto; que para sentir la necesidad de mover los huesos al ritmo de una harmonía es condición imprescindible poder entonarla primero. Ay que ver lo complicada que es la mente.

Este video que encontré en youtube con esta cacatúa rockanrolera ilustra muy bien lo que quiero decir. Se lo pasa de miedo.

Quien canta sus males espanta, pero quien baila también. Con los años, nos volvemos tan timoratos que solo cantamos y bailamos a solas, porque está claro que no lo hacemos muy bien de acuerdo a los cánones; nos olvidamos que ambas actividades son una válvula de escape a los sentimientos más profundos que se quedan dentro de la olla a presión de nuestro cerebro y que los bailes corales se idearon también como ceremonia de socialización y comunión entre los miembros de un clan.

Todo aquel que haya leído el Zorba de Katzatzakis, o visto la película del soberbio Anthony Quinn; que representó como nadie al griego inmortal; se acordará de lo importante que era el baile para el vital y libre personaje y que solo al final de la historia es capaz de hacer entender al intelectual y encorsetado Basil que la vida es mucho más simple y que muchas preocupaciones se solucionan de forma también sencilla; bailando.

Es verdad que los griegos son muy dados a sus bailes, en cuanto oyen un buzuqui, se ponen con las manos haciendo palillos, pero saben elegir muy bien el donde y el cuándo. A mí me revientan un poco los sitios turísticos donde ponen el Sirtaki y sacan a los guiris. Sosos, como ellos solos, se lanzan a dar patadas a diestro y siniestro con los brazos en alto. Es como lo del toro y el torero de los hoteles Portinax, en Ibiza, o en cualquier otro sitio de España; se me eriza el pelo de pensarlo. Así que cuando alguien me dijo lo de “enséñanos a bailar” Yo pensé que ni hablar, que habrase visto ¡Qué pensarán los de la taberna!
Pero fue en una noche de verano, de una lunita entera, llena de presagios y de hombres lobo, vampiros, locos y enajenados bailarines. La playa con 6 olivos oscuros, sordos y ciegos; para no decir ni mu. Solos solitos en la taberna, un rebétiko que te ponía la piel como de lija y los kilos de vino blanco que iban y venían de la cocina a la mesa ellos mismos, sin pedirlos.

Pamplinas al fin y al cabo, para justificar que al final consentí en enseñarles mi mal aprendido hasapikó, Sirtaki para el neófito, que me enseñó algún amigo bailón. Comenzamos a dar patadas a discreción, claro. Los hijos del tabernero, recién salidos del toril escolar, hacían sus deberes en una mesita en la esquina; o pintaban monas, más bien. Nos miraron divertidos y poco a poco se acercaron. El niño estaba muy serio,  yo le pregunté que si sabía bailar. Claro, me contestó muy orgulloso. Pues baila con nosotros. No. Pues nada, tú te lo pierdes. Y salió escopeteado a esconderse en la cocina.

Bailamos y bailamos, sin parar, como malditos; alzando los brazos, en corro y por separado. Y la niña, que era más niña, y que todavía no había sido picada por la timidez de los años se unió a la fiesta como uno más. Bailamos sin descanso. A su padre, el cocinero,  se le caía la baba de vernos, dejó el mandil sobre los fogones y salió también al ruedo. Bailamos todos como malditos. Y el niño, que atisbaba desde la cocina, se sintió estúpido y le entró una envidia total. Se arrimó como quien no quiere la cosa. Bailó como un maldito, rebozándose por los suelos, mientras le palmeábamos, pegando manotazos  a tierra y levantando la pierna sobre nuestras cabezas. Volaron los papelillos sobre nosotros que caían sobre el niño danzarín y en sus giros los revolvía haciéndolos flotar otra vez como torbellinos. Fue la luna, no lo dudo ¿Quién sino?

Cuando nos íbamos exhaustos, me preguntaron si habíamos disfrutado.

– ¿Cuándo nosotros vayamos a España también bailaremos como aquí?

– Claro, claro.

Pero no pude decirles  que un baile en España podría levantar ampollas, según en qué situaciones. Por ejemplo, si se ponen a bailar sevillanas en Bilbao o Sardanas en Valencia.
¿Cómo explicarles eso, si yo tampoco lo entiendo?

14 comentarios en «El baile de los malditos»

  1. Ya me estoy imaginando ese baile, todos ahí cual posesos… porca envidia que me corroe!
    Oye, la cacatúa es insuperable! Cómo lleva el ritmo! Qué máquina!
    Pues nada, que me debes un baile y unas cuantas lecciones.
    Un besito a la family,
    Pili

    1. Por cierto, si dudas de mi capacidad para hacerlo… "parakalo, ena kilo aspro krasi eta ena kilo aspro krasi, eta… y muchas "efaristo" (no sé cómo se escribe, pero creo que conseguría algo, te parece?

  2. Ahí me has tocado mi punto débil, el baile, dios mío… ¡¡¡Que poco me gusta!!! Yo creo que ni ahogándome en kilos de vino saldría a valar, a hacer el moñas puede, pero no sería bailar.
    Un beso muy gordo Llinller Roller
    Viriato

  3. Y a mi que me da que sí, que eres muy capaz. Yo te he visto hacerlo en un karaoke y el cantante todavía no se ha recuperado de la impresión. Ni del estrangulamiento.

    ¿os vais de vacances?

    Otro beso

  4. Que gusto, un baile de verdad. También tuve la ocasión en Evia de bailar con griegos y otras veces mirar cómo se movían en pasos imposibles de origen cretense. Un gustazo que me encantaría hacerlo contigo, una vez más. Besos

    1. Hola muchacha. Pues creo recordar que también pegaste muchos botes en la fiesta griega que hicimos en Valencia, con Konstantina, Laura y toda la banda. ¿A qué sí?

      Un superbesazo.

  5. Seguro que fue la luna, la de esa noche, la que se colaba también en el salón de la maga 3… en cubierta con cualquier excusa… días y noches mágicas, divertidas, libres… el baile de los malditos muy bueno Ana y fue así!, tal que así que yo fui testigo. mil gracias

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