Le di las instrucciones precisas a mi enlace:
– Debes buscar a un señor con un perrito, llevará un bolsa de Lidl; el te la pasará al bajar del Ferry.
Nada más salir del puerto, el día anterior, había tenido el primer problema: la cadena se salía de la roldana y se quedaba aprisionada entre la puntera de proa y el artilugio basculante. Grave problema y nada más empezar la temporada. Si solo alguien pudiera soldarle dos orejetas estaría solucionado. Pero ¿Cómo? Si estoy en una isla con tres pueblos mal contados. Si solo la pudiera llevar a Lefkada, allí conozco a un soldador. Pero ¿Cómo? Si no puedo fondear con el barco y mucho menos volver a Lefkada. Si pudiera desmontar la pieza basculante y que alguien la recogiera en Lefkada. Pero ¿Cómo?. Si, ese alguien existía,ya era algo, pero tengo que mandarla y yo no me puedo mover de aquí. ¿Cómo? Pues en el ferry, está claro.
El dueño de la taberna me decía: El ferry sale a las 7:45, tú dejas la bolsa en un rincón y que le recojan en Nidrí.
A las 7:30 me dirigí hacia el Ferry con mi bolsa de lidl, con mi pieza dentro y pensaba: Y si alguien se la lleva, y si alguien piensa que es basura; y si alguien piensa que es una bomba. De pensar en mi preciosa pieza de inox pulido, de valor incalculable para mí, perdida, robada, arrojada al cubo de la basura, vendida como chatarra; me recorrían escalofríos.
Llegó el Ferry, amarró y vi un señor que llevaba un perro y que se sentó cerca de la proa, en una silla.
¡El señor del perrito! ¡El señor del perrito! ¡Tengo que hablar con él!
El hombre, muy amable accedió casi de inmediato a transportar la pesada bolsa, con toda normalidad, sin hacer muchas preguntas, solo las precisas: ¿Hombre o Mujer? ¿Edad aproximada?¡Ah español! ¿Del Barsa o del Real Madrid? El perrito movía su cola ante la expectativa de una nueva bolsa de contenido inesperado, pero prometedor.
Satisfecha me di la vuelta para desembarcar cuando: pánico, horror, desolación; el ferry había largado amarras.
Yo veía mi barco, allí solito, alejarse; lo veía desde el ferry, sin saber cuándo podría volver; con sus pasajeros dentro, durmiendo, ajenos a la historia del señor del perrito, del ferry y de cualquier otra cosa.
Solté un bramido que dejó sordo a toda la tripulación, a pesar del ruido de los motores, del ruido del ferry al acelerar. Y salió el capitán; salió de su puente con cara de pocos amigos, con mirada blasfema, con puños apretados. Pero al fin, tras un silencio sepulcral y unos segundos que perecieron horas el ferry dio la vuelta y volvió a amarrar. Bajé ante la cara sorprendida de los turistas y el adiós del señor del perrito. Este último, se tumbo aburrido, percatado ya de que en aquella bolsa no había nada de su interes.
-¿has encontrado al señor del perrito?
-Si lo he encontrado.
-Y ¿tienes la bolsa de Lidl?
– Si la tengo.
Bufff
UFFFFFFFFFFFFFFF, Ana cuanta tensión hasta tu grito. Espero una segunda parte, resuelta. Te deseo que el universo te acompañe ( con buen humor y augurios ) a ti y a La maga 3. Muchos besos
Ana, tenías que dejar el mundo del charter y dedicarte a la novela, cuanta emoción, que bién narrado, lo he sufrido como si fuera una pieza de mi querido Viriato, un brazo mío. ¿Y donde tenías el barco?
Un besazo, ya desde los Madriles de Viriato
Gracias Cesar, ya quisiera yo, como tu tus marujas, supongo.
Me alegro de que te haya gustado Gloria, de eso se trata.
Ana, aunque llego un poco tarde a esta entrada, me ha dado un agobio total al leerla!
Perrrito, pieza, bolsa, señor, barco, ferry,…
Fuffff!!
Esto es como el "oh, my God!!"
Un besito
Es el 2º intento, lo que decía en el anterior era algo así como que al leer esta entrada (con bastante retraso), la sensación fue de agobio total; el señor, el perrito, la pieza, la bolsa, el barco, el ferry… Y… Oh, my Goodness!!
Después de todo eso, bien, no??
Un besito
Hay algún problema, ya que es la 3ª vez que intento enviar un comentario. Como aquí no digo nada, seguro que, ahora funciona…
Bicos
Como ves Pilpe, te funcionó las tres veces. Ja,Ja. Solo es cuestión de paciencia