Investigar por la necesidad de levantar el velo o el cubre, por iluminar esa taberna que daba nombre al pueblo. Tal como expliqué en la entrada anterior Finicunda antiguamente se llamaba Taberna, porque el pueblo se reducía a un establecimiento de este tipo y constituía una innegable “red social” de los marinos de Mesenia. Me preguntareis que hay de interesante en un nombre. Y yo responderé que es una mera coartada para imaginar barcos que arriban, fondean, amarran, descansan. Hombres rudos que desembarcan con las ropas salobres y las pestañas quemadas, con las miradas blanquecinas de unos ojos opacos de tanto contemplar el mar. Vislumbrar. Y esa necesidad de charla y de roce humano, bajo un techo sin estrellas y sobre un suelo inmóvil, sin balanceo, ni céfiros, ni escamas, ni truenos. Bajo la cubierta de una tabernera sonrosada y voluptuosa que sirve tanto a forasteros como parroquianos un vino tan caliente como para reconstituir huesos y glándulas. Imagen de abrir la puerta en invierno con un bombazo de luces, olores, música y vocerío. Evocaba tantas cosas que valía la pena destapar el velo a su historia, así que cogimos nuestra vara de zahorí y emprendimos la búsqueda.
Encontrar la taberna prehistórica no fue difícil, pues aunque camuflada entre otras tantas que habían surgido por gemación, preguntando se llega hasta Roma. Era modesta y discreta, ni más bella ni más fea que sus vecinas pero la verdad es que la varita no vibraba ni mostraba indicios radiestésicos de ningún tipo, si en su momento fue la primigenia, ya no decía “mu”. Se había roto el encanto romántico de aquella cantina antigua, ahora enlucida y reformada, con toldos y sillas modernos, pero frente al mismo mar. No, esta no era de las que roban el alma.
Ya de vuelta y con la misión truncada, abandonada y el ánimo alicaído del cazador que regresa con la munición intacta, nos paramos frente a una taberna anfiteátrica frente al puerto que anunciaba música en vivo para esa misma noche. Era un punto positivo porque a quien no le gusta la música en directo y aunque en estos sitios veraniegos la cosa deriva invariablemente en baile de Zorba con muchos turistas levantando brazos, siempre es agradable cenar con el punteo de buzuki y la guitarra. Nada perdíamos por probar. El segundo punto a su favor es que ofrecía como plato estrella la sopa de pescado denominada Kakabiá.
Ya he hablado en otro momento de esta sopa antiquísima que se cocinaba en las barcas de pesca en unos pucheros enormes rematados por tres patas en su base, de donde viene su nombre. Hay antropólogos que afirman que la preparación de esta sopa fue de los primeros intentos de cocina, algo más sofisticado que el simple asado, de la historia conocida de la humanidad. En esencia se basa en cocer, con poco agua, el pescado de poco valor comercial, junto con patatas, cebollas, tomate y apio. El secreto es que las espinas del pez casi se disuelvan en el caldo. Por último se añaden trozos grandes de pescado de calidad que flotaran en la salsa espesa. Se sirve con limón y trozos de pan seco.
Me recuerda a la paella, tanto por que el origen del plato hace alusión al cacharro donde se cocina, como sobre la extensa discusión sobre la elaboración del guiso. No es lo mismo una paella que un arroz; no es lo mismo una sopa de pescado que una Kakabiá. Ambas tienen ingredientes indispensables o, en su caso, prohibidos, ambas dan origen a tratados extensos y peleas entre puristas y heterodoxos. Pero eso es también parte del folclore, lo que diferencia el simple alimento de la cultura. Siempre pido Kakabiá cuando la veo.
Hacía fresco esa noche y todos nos sentamos dentro, con las mesas dispuestas en corro frente a los músicos. Y yo me entretenía en observar las viejas fotografías que colgaban de sus paredes que remitían a la Finikunda original, la de dos casas y una taberna. Esas fotos amarillentas tenían el humo de los miles de sopas servidos en el establecimiento.
Comenzaron las canciones, sirvieron la sopa. Debían ser las 9 de la noche. La música y el vino subía poco a poco la temperatura del local; los músicos eran invitados a sucesivas rondas de tsipuro, aguardiente, que hacían que el cantante cada vez se desgañitara más; era un auténtico “mangas” del Pireo, elegante, con unas patillas larguísimas, la cara roja y las venas explosivas de tanto berrear. De vez en cuando, algún comensal suspiraba con la mano en el pecho al comienzo de una canción, la suya, y se levantaba para echarse un baile desbaratado. Siempre me ha gustado esa costumbre griega de alternar cenas con danzas sin que a nadie le parezca de mala educación. ¿Cómo podría uno seguir comiendo si se entonan los primeros acordes de esa copla que tanto le gusta y que tan buenos recuerdos trae? La verdad es que el repertorio te hacía brincar de la silla cada dos por tres porque era una selección de rebética de las buenas, solo interrumpida por un Zorba, a petición de una extranjera desubicada, que fue interpretada con desgana y entonada con una mueca de aburrimiento por parte del manga cantante.
Yo no podía acabarme la cena con tanto baile y cuando miré el reloj eran las 3 y media de la mañana. ¿Cómo era posible que siguieran punteando guitarras o buzukis sin que se les cayeran cachitos de dedo? El cantante, tras 6 horas ininterrumpidas y pasionales fue relevado de su silla y se dirigió hacia la puerta en busca de aire fresco dando tumbos y traspiés.
Ya nos íbamos cuando tocaron esta ¡Aj! Pedí otra jarra de vino.
Απόψε κάνεις μπαμ
Στίχοι και Μουσική : Βασίλης Τσιτσάνης
εκτέλεση: Σωτηρία Μπέλλου
Απόψε κάνεις μπαμ! απόψε κάνεις μπαμ!
σε βλέπουν και φρενάρουνε και σταματούν τα τραμ
Κουρντίστηκες κυρά μου στην πένα, στο καντίνι
να ζήσει κι ο λεβέντης ο λεβέντης που σε ντύνει
Απόψε κάνεις μπαμ!
Ξαπλώσου στο ταξί ξαπλώσου στο ταξί
και πάμε να γλεντήσουμε σε φίνο μαγαζί
Απόψε στην ταβέρνα, πω πω! τι έχει να γίνει!
κι αν κάνεις να χορέψεις, ποτήρι δε θα μείνει
Απόψε κάνεις μπαμ!…
Αμάν και τι `σαι εσύ! αμάν και τι `σαι εσύ!
για χάρη σου σταθήκανε οι άντρες προσοχή
Απόψε σε γλεντάω κι ο κόσμος πάει να σκάσει
κοντεύει απ’ τη ζήλεια να τους φύγει το καφάσι
Απόψε κάνεις μπαμ!…
Απόψε στην ταβέρνα, πω πω! τι έχει να γίνει!
κι αν κάνεις να χορέψεις, ποτήρι δε θα μείνει
Απόψε κάνεις μπαμ!….
Esta noche rompes
Letra y música: Vasilis Tsitsanis
rompes, esta noche rompes
frenan y paran los tranvías
arreglaste como un pincel
los valientes, los valientes que son elegantes!
en el taxi, recuéstate en el taxi
celebrarlo a un local fino
en la taberna ¡Po, po! Que tiene que suceder
bailar no quedará ni un vaso en pie.
eres. Aman, como eres
gracia se alzan los hombres
festejo contigo y el mundo va a estallar
la envidia que les reconcome
Me encanta la letra de la canción, me recuerda las juergas en el Vigo viejo, hasta las tantas cantando canciones para acabar a las 6 de la mañana tomando pepitos de ternera con anís en la playa. ¡Esta noche rompes, esta noche rompes! No sé como nunca nos rompimos la crisma yendo y viniendo con el coche o con la moto hasta Samil o Playa América. Una vela le voy a poner a mi ángel de la guarda.
Mil besitos
Viriato
Que bien que por una vez te guste mi canción. Será porque eres un mangas tu también.
¿Con anís? Sí que rompíais, sí, sobretodo el estomago.
Besazos
¡¡¡Como me suenan esas cenas!!! En Andalucía todavía puedes encontrarte un momento de esos. Comidas de tiempo y sustancia como un buen gazpachuelo y el cante flamenco acompañado de la guitarra. Aunque cada vez mas difícil. Que eso también se viva en Grecia solo me aumenta las ganas de disfrutar de esa cultura y forma de vivir.
¡Hombre, Angel! Qué alegría de verte por aquí; eso quiere decir que te has recuperado un poco y que volverás a salir con tu barco ¿No?
En Grecia esta muy ligada la cultura de la cena y el baile juntos. Normalmente, en las tabernas en las que hay música en vivo, ya se disponen las mesas en forma de anfiteatro para poder bailar.
Un abrazo.
Se que el verano nos da vida intensa y luz a raudales, pero algo tiene el invierno que me gusta… Me gusta imaginarme esos lugares, esas tabernas en puertuchos olvidados durante los inviernos, cuando solo los lugareños acuden a ellas recordando como era ese lugar hace 50 años.
No es difícil trasladarse con la imaginación hasta ese lugar mientras escucho tu música, tu descripción nos lo pone fácil, pero aún así cada uno de nosotros lo imaginaremos de un modo diferente. A menudo sueño despierto con las islas de ese rincón del Mediterráneo, de tu Grecia.
De momento me tengo que contentar con eso, con soñarlas, pero dicen que con los sueños empiezan los grandes viajes, ojalá sea cierto.
Gracias por ayudarnos a soñar.
Una cosa más, no se si podrás ayudarme… Sé que una hija mía está pensando regalarme un libro, "La isla olvidada", no sé si lo habrás leído, por lo de la cercanía. Si lo has leído, ¿ que te ha parecido ? Nada más, un saludo. Fernando.
Hola Fernando, soñando también se viaja y sobre todo, se prepara uno para lo que va a ver. Claro que fuera del fragor del verano y de los turistas las cosas se vuelven más sabrosas. Te espero en Grecia, si es que queda algo de ella en un futuro.
No he leído ese libro, pero por el título creo que merece la pena que te portes muy bien y que te lo regalen. Y por supuesto tienes que contárnoslo.
Un abrazo
Hoy empiezo el capítulo 3, solo te conozco Ana por lo que leo, pero pienso que con ello me es suficiente para recomendarte el libro… Solo unos pequeños acercamientos a su interior, ya en el capítulo 1 nombra al mar Egeo, a la isla Astipalea, a Odiseo (Ulises para los latinos)…
Esta siendo un flechazo a primera vista la lectura.
Hola Fernando. Pues ya me estas mandando el autor y la referencia. A ver si me da tiempo antes de que lleguen los reyes. Gracias por la recomendación.
Un abrazo y felices fiestas.
Como no, un placer Ana. El título del libro es "La isla olvidada", autor Lluis Ferres Gurt, editorial Juventud. Yo adquirí el libro aquí, http://www.casadellibro.com/libro-la-isla-olvidada/9788426141323/2395297
Ahí podrás leer un pequeño resumen que te orientará sobre el contenido del libro.
Para mí una joya.
Buena lectura y buenos vientos.
Allá voy. Muchas gracias Fernando.