Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente eligiendo otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados…
Bertolt Brecht
“Eran las tres y estábamos en la costa ayudando a las personas que acababan de llegar en una embarcación. Entonces, un compañero nos alertó de que otra se estaba hundiendo en mitad del mar. Así que nos fuimos con un barco hacia la zona. Pero no lo encontramos. Navegábamos bastante alejados de la costa. Entonces, otro de los españoles, Manuel Blanco, comentó que nos estábamos acercando a aguas turcas. Decidimos volvernos. Y a los cinco minutos apareció la policía portuaria.”
De acuerdo a la versión de los guardias costeros, los bomberos navegaban en una embarcación particular, propiedad al parecer de uno de los voluntarios daneses, también detenido, que no estaba autorizada para llevar a cabo rescates de refugiados.La verdad nunca la sabremos, sobre todo cuando hay por medio juicios y abogados. El caso es que las leyes están para cumplirlas, desgraciadamente incluso cuando nos parecen injustas, pero mucho más en zonas de conflictos como son las fronteras entre Grecia y Turquía. Este último país no ha parado de denunciar violaciones de sus aguas a cargo de las embarcaciones de salvamento. Los turcos no se andan con chiquitas y que no se nos olvide que derribaron un avión de combate ruso por motivos parecidos. Es posible que por estas u otras razones, ciertas autoridades griegas estén empezando a atársela con papel de fumar.Quién sabe.
El inconveniente de esta reglamentación es que las consecuencias son atroces tanto para los refugiados como para los griegos. Numerosos barcos de crucero o embarcaciones deportivas alteran sus recorridos para no verse inmiscuidos en fregados interminables con la policía y arruinar las vacaciones de sus pasajeros. Un país que vive casi exclusivamente de los ingresos del turismo y unas personas desesperadas que huyen de una guerra que no provocaron. Por no hablar de los casos de hacer la vista gorda a un naufragio en el mar; algunos contrastados y, desgraciadamente, cientos que nunca conoceremos. La crueldad humana es inimaginable.
Hasta ahora los socios de la UE tan solo han acogido a una ínfima parte de los refugiados que se comprometieron dentro del programa de re-ubicación. Pero en Europa, cada vez más, se alzan las voces pidiendo eliminar a Grecia de la zona Schengen. Solo la mera petición revuelve el intestino y sobrepasa lo más rastrero alcanzado jamás por la Unión Europea en esta crisis. Los problemas del vecino no son los míos. Algo tan brutal como la reclusión de los leprosos de por vida en los Lazaretos.
Yo solo he tenido una experiencia de encuentro con embarcaciones ilegales, pero las condiciones no fueron tan dramáticas. A unas millas al sur de Formentera localizamos un pequeño pesquero a la deriva que llevaba unas 6 personas a bordo. Solo pedían gas oil y agua para proseguir su viaje. Nos pusimos en contacto con la estación radio costera que nos ordenó permanecer en sus inmediaciones hasta la llegada de la patrullera de la Guardia Civil. Siempre me he preguntado qué hubiera hecho si las circunstancias hubieran sido críticas ¿Los hubiera embarcado? Creo que la respuesta es que sí. Porque las leyes están para incumplirlas cuando son injustas y crueles; si no lo hiciéramos ¿dónde nos quedaría nuestra dignidad?esa sin la cual es imposible levantarse por las mañanas. Quién de nosotros no ha oído, en boca de nuestros padres y abuelos, historias de desarraigo, éxodos y exilios; conversaciones de recurso tras las largas comilonas familiares. Todos somos hijos de emigrantes.

En la peor crisis humanitaria a la que se enfrenta Europa desde la Segunda Guerra Mundial salvan el tipo los de siempre; los ciudadanos de a pie, sencillos y anónimos de las islas griegas con algo más de sensibilidad que nuestros representantes. Empatía es una palabra griega. Los casos son innumerables pero voy a poner el ejemplo que más trascendencia ha tenido en los medios: el panadero de Kos.
Su familia huyó de la invasión turca de Esmirna en 1922, que desplazó a un millón de griegos, muchos de los cuales se refugiaron en Australia. Dionisis, el panadero, sabe lo que es ser hijo de refugiado. Todos los días, sobrepasa la producción habitual de su panadería en 100 kilos de bollos. Con su furgoneta se presenta frente a la comisaría de la policía y organiza la larga fila para repartir gratis el pan.
Cuando Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, visitó la isla dijo: «Europa no es un grupo de ultras que se reúnen para quemar un albergue de sirios. Europa es el panadero de Kos, que ofrece su pan gratis para paliar el hambre de los refugiados”. Cinismo es una palabra europea pero tiene origen griego.
Desde el comienzo de la crisis de refugiados, pescadores, amas de casa, pensionistas, profesores de las islas griegas y otros voluntarios han abierto sus casas y sus corazones para salvar a niños, hombres y mujeres refugiados que huyen de la guerra y el terror por lo cual se les ha propuesto para el premio nobel de la paz. La iniciativa, secundada por Avaaz ya cuenta con más de 600.000 firmas. Si se lo conceden me alegraré mucho. Pero me imagino a la academia sueca entregando el galardón en un acto solemne y pomposo. La hipocresía, otra vez más, es un término griego que significa sobre-actuar, representar lo que no eres.
Μουσική: Zülfü Livaneli
Στίχοι:Λευτέρης Παπαδόπουλος
Ερμηνεία:Μαρία Φαραντούρη
Σαν τον μετανάστη στη δική σου γη,
μέρα-νύχτα λύνεις-δένεις την πληγή
κι όλα γύρω ξένα κι όλα πετρωμένα
και δεν ξημερώνει να ‘ρθει η χαραυγή.
Στράγγισε η ζωή σου που αιμορραγεί,
κάθε ώρα πόνος, τρόμος και κραυγή
και σ’ ακούν οι ξένοι κι ο αδερφός σωπαίνει.
Αχ, δεν είναι άλλη πιο βαθειά πληγή!
Σύρμα κι άλλο σύρμα και χοντρό γυαλί,
μάτωσε ο ήλιος την ανατολή.
Κλαις κι αναστενάζεις, λευτεριά φωνάζεις,
μα η ελπίδα μαύρο, άπιαστο πουλί.
Música:Zülfü Livaneli
Letra: Lefteri Papadopulos
Canta: María Faranduri
Como el emigrante en tu tierra
noche tras noche venda y desvenda su herida
y todo en torno a él es extraño y petrificado
y no amanece ni viene la aurora
Agotada tu vida en una hemorragia
a cada instante dolor, miedo y grito
y te oyen los extranjeros y el hermano calla
¡Aj, no existe herida más profunda!
Valla y otra valla y un vidrio grueso
ensangrientan el sol de oriente
Lloras y suspiras, libertad gritas
pero la esperanza es un negro pájaro intangible.
Suena irónico eso de "las leyes están para cumplirlas…"
¡Ay si lo hicieran siempre!
Si hay algo que detesto de este mundo son las fronteras, imagino que algo tendrá que ver en ello el que durante muchos años tuve que estar cruzándolas casi diariamente.
Busca una película, "Terraferma", igual la conoces, si no es así te la recomiendo. Si no la encuentras dímelo, que ya la subiré yo y te paso enlace para descargar.
Las personas padecemos últimamente una extraña enfermedad conocida como acostumbratitis, ya nos hemos hecho al ruido de las noticias de los desembarcos en Lesbos, de los muertos en naufragios, de los deportados y poco a poco las voces que clamaban al cielo se van callando. Ahora prefieren gastar saliva con improperios hacia una persona por llevar a su hijo en brazos mientras torea un becerro, (ojo, que no lo defiendo, faltaría más). Niños mueren casi a diario en bombardeos y naufragios, pero eso ya no es noticia…
Besos.
Gracias,Fernando. La he encontrado en Youtube en versión original; aunque el acento siciliano es durillo he logrado entenderla muy bien. Me ha parecido preciosa, dura como la vida misma, pero con un final esperanzador. Como otras veces, siempre son los mismos los que demuestran tener sentimientos; los mas humildes. Y tienes razón en que nos olvidamos que son personas y no solo problemas. La escena del chaval librándose a golpes de los náufragos es de lo más explicita.
Otro beso y suerte con tus tomates. Si te falla la cosecha prueba con los calabacines, se crían solos, por lo menos en Grecia.
Jejeje, gracias Ana, sí, lo de los calabacines y calabazas lo sé. Pero me quitarían demasiado espacio, iremos probando, ya veremos que sale el primer año.
Muchas mersis.
Hola Anuska, lo que está ocurriendo con los sirios es terrible, empezando por la guerra de intereses que mantienen ese conflicto vivo. No hay solución, es triste decirlo, y percatarse de la falta de humanidad de nuestra queridísima comunidad económica europea hace daño. No hay que echar la vista muy atrás, remontándose a la Segunda Guerra Mundial, acuérdate de la guerra en Yugoslavia, ayer como quien dice. Las potencias mercadeando en armas e intereses y mientras la gente se despellejaba, todo muy bien ordenado por los cascos azules. Manda narices que quieran sacar de la zona Schengen a los Griegos para quitarse el problema y por otro lado los propongan para el Nobel de La Paz. Vivimos en un mundo desquiciado.
Yo me he preguntado muchas veces que haría si me encontrara en el mar con un barco de refugiados con problemas y seguro que los subiría a bordo. Si hiciera lo contrario no me sentiría con fuerzas de volver a navegar, que tipo de marino seria.
Hay que sacarse el gorro con los griegos, mientras que en los periódicos solo le echan flores a Merkel. Habrá que seguir sacando más niños muertos en las playas? Ya ni eso es noticia.
Mil besos
Viriato
Hola Cesar. Perdona mi tardanza en contestar, me tocaron prácticas estos días y llego a casa con pocas ganas de cháchara. Pero contigo es inexcusable.
Está claro que las leyes van por un lado y nuestra sensibilidad por otro. Pero lo triste es que no todos piensan como tu y yo. E incluso, voy más allá; es una reflexión que muchas veces me planteo: si todos los que quieren venir llegaran nos comerían a ti y a mi. ¿Seguiría pensando lo mismo? Yo intento imaginar que sí, porque creo en la dignidad humana, pero no en el buenísmo sin sentido. Como bióloga se me plantean disyuntivas muy crudas.
Fuera de filosofías bobaliconas:
Un besazo
Ana, inexcusable es el tiempo que llevamos sin vernos, lo otro es curro y del curro ya se sabe…
La hipótesis que planteas no es migración sino invasión, que acabando igual son dos cosas distintas. La primera existe desde que el mundo es mundo y el emigrado se integra dentro de la sociedad que le acoge, o debería acogerle y donde acaba integrándose sin problemas la mayoría de las veces. Todas las sociedades tiene leyes que regulan estas migraciones y pelear por que sean justas no lo tacharía de “buenísimo”. Invasión… Que me pesque con el Viriato a punto y navegando en busca del sol de levante o poniente, dependiendo de donde vengan las tortas.
PD:
Este fin de semana estuvimos en el Viriato y me traje las botas que me aconsejó Jesús y las probé. Son muy cómodas, esperemos que la suela resista. A ver cómo hacemos para que se las pruebe.
Mil besitos más.