En los orígenes de la humanidad, cuando nos bajamos de los árboles y aprendimos a hablar, también debimos intentar imitar y entonar ruidos de pájaros, animales o fenómenos naturales. En algún momento, en esos remotos tiempos, un hombre cogió un hueso o una caña, sopló y emitió un sonido. Decidieron soplar todos siempre que hubiera que expresar una señal de aviso o alarma. Friuli-friuli. Alguien más virtuoso y sensible sopló y sopló, pero esta vez a todos agradó su tono y se detuvieron a escuchar. Friulirilirili… Una sonrisa de bienestar se dibujó en sus peludos rostros. Pudo suceder algo así en los inicios del grandioso arte de la música; ese lenguaje universal que reúne a los complacidos oyentes, disfrutando y emocionándose sin necesidad de idiomas ni traductores.
En los orígenes de la humanidad, cuando nos bajamos de los árboles y aprendimos a hablar, alguien inventó una historia. Y la contó a sus compañeros al calor de la hoguera. Los oyentes abrían la boca embelesados por la inverosímil aventura, esperando cada día el precioso momento en que le relatarían el final. Y el virtuoso volvió a hacer sonar su rudimentaria flauta de hueso acompañando al narrador. Friuli-friuli, friuli-friuli, liriliriliri… Pudo ser así el embrión que dio lugar a la literatura y a las artes escénicas. Los agradecidos espectadores se levantarían al final tarareando la cantinela escuchada para hacerla suya por siempre. La canción.
Qué excitantes son los primeros pasos en todo, el descubrimiento y la aventura del saber. Y qué interesante resulta investigar en esa noche de los tiempos los pasos de los humanos para ser como somos y comprender por qué las cosas nos desagradan o nos placen: por qué una música nos inflama cuando la oímos por vez primera y por qué aborrecemos las canciones cuando su repetición nos acostumbra a sus notas.
En griego tragedia, τραγωδία, es parecido a canciones, τραγούδια. El término proviene del chivo que se sacrificaba durante las celebraciones dionisiacas, mientras sonaba la música. Τράγος es chivo y ωδή, oda, canción. La muerte del animal debía ser de lo más cruel y sangrienta, así que el término se asoció a una representación de dolor y sufrimiento. La Tragedia. Y a partir de entonces nos dedicamos a crear historias dramáticas que nos hicieran llorar y estremecernos, quizás porque a los humanos nos seduce ese hipotético sufrimiento y dolor que experimenta alguien en la ficción para sentirnos vivos. Y desde entonces componemos música que nos haga llorar y estremecernos, porque a los humanos nos llena esa descarga de endorfinas que generan esas notas y compases, con sus respectivos silencios. La música es parte del placer de la vida.
Dicen que quien inventó los instrumentos de viento fue el dios Pan. El fauno perseguía a la ninfa Siringe, de hermosa voz. La muchacha se escondió en un cañaveral y Pan cortó un junco y bufó por él. El sonido que salió era tan parecido a la voz de Siringe que así llamó a su flauta y desde entonces fue haciéndola sonar por los bosques, hasta su muerte.
Dicen que quien inventó los instrumentos de cuerda fue el dios Hermes, pero la verdadera maestría se alcanzó con Orfeo, capaz de mover piedras con su música, de amansar a las fieras y de apaciguar las contiendas de los humanos, por enconadas que fueran. Aunque fue incapaz, por mucho que tañó sus cuerdas, de devolver a la vida a su amada Eurídice.
Dicen que los instrumentos de percusión nacieron para honrar a la diosa Cibeles y celebrar los misterios dionisiacos. El sonar repetitivo y rítmico hacía entrar en trance a los oficiantes. Y las mujeres golpeaban el pandero, de uso exclusivo femenino, que nunca acompañaba a los ejércitos en la guerra; lo cual ennoblece su ralea.
Pero, así como es difícil vivir sin música, ¡qué martirio es convivir con ella! La música se convierte en ruido ante el abuso. Como en ese supermercado en el que acabas comprando a la velocidad del rayo para no tener que soportar la machacona tonadilla ni un minuto más.
Yo siempre he sido melómana, y me gustan muchos estilos diferentes de música; no todos. Aunque con el tiempo me he empezado a obsesionar con que lo que echo de menos es el silencio, la ausencia de sonido para que mis nervios reposen. Tengo una sensación inquietante, como si el mundo hubiera entrado en una orgía de barullo global e insoslayable, y todos anduvieran con flautas y panderos, enloquecidos, sin sentido, ritmo ni razón. Ya no sólo se escuchan canciones en la calle, en el ascensor, en el dentista, en el taxi, en el ferri, en la playa o en el gimnasio, sino en el éter celestial, en las entrañas de la tierra. Este año conseguimos llegar navegando desde el mar Jónico hasta el Egeo, por el canal de Corinto, sin dejar de sentir el “tunda, tunda” de los chiringuitos de la costa. Y famosas son las calas de Ibiza por su música atronadora, mantenida las 24 horas del día, que proviene no solo de los beach bar, sino de los fiestorros desmadrados en los barcos fondeados. Tanto es así que, en Jávea, las autoridades se están planteando prohibir la música en los yates que pasan el día en las boyas de la cala Sardinera. Prohibir, esa palabra maldita a la que teníamos alergia los navegantes, pues nuestra aproximación al mar estaba animada por las ansias de paz y libertad. El mar, ese recinto sagrado donde era difícil y peligroso acercarse, y, por tanto virgen, se ha convertido en una extensión más del ruido banal del gallinero humano.
Noticias como: Nina Kraviz pinchando desde el Monte Olimpo o Patrice Bäumel actúa en el Santuario de los Grandes Dioses en Samotracia, hacen palidecer a las deidades más bregadas, como Poseidón y su sonoro tridente con el que sacudía la tierra.

¿Y qué haremos cuando ya no queden islas para naufragar sin que Viernes nos reciba con una mesa de mezclas? ¿Y si Moby Dick cambiara sus quedos bramidos de cachalote vengativo por estrofas de reguetón?
El caso es que hace tiempo que no escucho música por placer y me deleito en los escasos instantes en los que no oigo nada, lo cual tampoco es bueno; no hay que renegar de las cosas que nos hicieron felices. Hoy me ha dado por escarbar en mi carpeta musical y buscar algo que me apeteciera oír de verdad; aunque solo fuera por deshabituarme y romper con el círculo vicioso. Después de escuchar los primeros compases de muchas canciones que me producían hastío, me he encontrado con un viejo disco de Nikos Hatzidakis. Este compositor tiene la virtud de transportarme en el espacio y en el tiempo, hasta una Grecia de hace muchos años, la que me hizo feliz, tanto como para comenzar este blog. Mis neuronas espabilaron para trabajar de nuevo como empalme entre melodías familiares, memoria y emoción. Y me rendí a sus encantos.
No es Hatzidakis ejemplo de bailes de Zorbas ni de la música folclórica y alegre que anda buscando el turista despistado en las islas griegas, sino de esa Grecia melancólica y trágica que se empaña de humedad y nostalgia, como las películas de Theo Angelópulos. En este caso, la letra era de su amigo y poeta Nikos Gatsos. Las canciones procedían de un antiguo vinilo grabado, copiado y comprimido en el PC, con más quejidos y rasguños que música. Llevaba el nombre de Ματωμένος γάμος, Bodas de sangre, y si no fuera por su título, podría pasar desapercibido de que se trata de una alusión a Federico García Lorca.
Lorca es un referente en Grecia y no es raro que algún desconocido te recite retales de versos aprendidos tiempos atrás y pronunciados con encantadora torpeza. Y, por tanto, no es extraño que el tándem Hatzidakis- Gatsos se sintieran atraídos por la conocida obra de teatro. Una tragedia violenta, una boda interrumpida por la huida de la novia con un antiguo amante. Dos rivales muertos a cuchilladas. Una madre desolada. Y una luna omnisciente que todo lo ve desde las alturas, dejando cuchillos suspendidos en el aire. Es esa luna la que parece cantar la canción y narrar la tragedia. Una historia de ida y vuelta que cruzó el Mediterráneo para convertirse en canción, retornando de nuevo hasta mí para hacerme creer que el tiempo no había pasado y el espacio no existía. Esa es la grandeza de la música: esos viajes sin moverte del sitio. Aunque tiene otro atributo más importante y delicado que a menudo se nos olvida: no oírla si no te apetece, basta con no cliquear en el video. Ojalá fuera así de sencillo con todos los ruidos del mundo.
Ήταν καμάρι της αυγής
και καβαλάρης όμορφος
τώρα μια χούφτα χιόνι.
Γύρισε κάμπους και βουνά
και πανηγύρια πέρασε
στην αγκαλιά των κοριτσιών.
Ποιος το ‘λπιζε να γίνουνε
τα μούσκλια τα νυχτιάτικα
στεφάνι στα μαλλιά του.
Era el orgullo del alba
y un hermoso jinete,
ahora puñado de nieve.
Corría valles y montes
y celebraba las fiestas
en brazos de las muchachas.
Quien hubiera imaginado que
una corona de fúnebre musgo
sería la corona de sus cabellos
Estimada Ana, coincido plenamente con tus palabras.
Cuando estoy en tierra vivo en Argentina y lamentablemente muchos vecinos de mi barrio, especialmente los fines de semana y en la hora de la siesta, nos torturan con compases de música que además siempre es la misma. Cuando estoy embarcado, en el Mar Jónico normalmente, al atardecer cuando empiezan a llegar los barcos al lugar donde estás amarrado empezas a rezar, para que no te toque una fiesta al lado. Tampoco a veces podes elegir mucho y te puede tocar amarrar frente a un bar con música. En fin, parecería que en todo el mundo…, es generalmente aceptado que molestar al prójimo, no está tan mal. Lamentable.
Hola, Antonio. Gracias por pasar por aquí.
A mí no es que me extrañe su desinterés por la paz del prójimo, sino que lo que no entiendo es que tampoco tengan en cuenta la suya propia; también ellos sufren los decibelios noche tras noche. Yo creo que en el fondo es un tratamiento desensibilizador, como en la película de la Naranja mecánica, si cesara la música un momento tendrían que pensar y entonces se asustarían de lo que hay en el cerebro. El silencio es en el fondo una forma de subversión.
Un abrazo y paciencia en el jónico.
Estimada Ana,
Esto que te escribo es para tí, no tiene interés para los lectores de tu blog.
Te sigo desde que te descubrí hace un año.
He leído todos tus libros publicados e incluso, hallándome en Málaga pedí en la Librería Áncora tu libro » 1.000 viajes a Ítaca». Me dice el librero que todavía no lo tienen y al mismo tiempo me dice, «espera», abre un sobre acolchado que hay sobre el mostrador, y ahí está tu libro…
Casualidad o causalidad cuando uno está enamorado de un mismo asunto y lo aborda con la misma sensibilidad .
Soy capitán de yate o sea un amante del mar, marino aficionado, no profesional.
Siempre he navegado mis veleros por el Mare Nostrum, siempre, desde mi primer viaje a Grecia en 1.977 y los siguientes, he sentido que era el lugar del mundo en que yo era feliz.
Conecto contigo en tu experiencia de Grecia en todo, la luz, el mar, el viento,la gente, el idioma, la música, la historia trágica y heroíca, la vida alegre, la generosidad.
Esa Grecia que yo añoro de finales de los 70 tenía sus contrapartidas negativas: la gente en las islas era pobre, tengo fotos de campesinos descalzos en sus huertos (Kímolos), pescadores a base de dinamita (Anafi), personas maravillosas que te ofrecían lo poco que tenían.
A finales de los 80 ya estaban cambiando las cosas. Amorgós maravilloso , Egiali, nos
recibió con nuestra hija de un año y medio, con los brazos abiertos, como personas respetables en su comunidad que en ese momento no tenía carretera transitable hacia Katápola. Allí me dí cuenta que Grecia era un lugar en el que viajar con niños pequeños no sólo no era una dificultad sino que te abría todas las puertas.
Por eso cuando hoy te leo sobre la música que yo también amo y practico tocando y Grecia, me digo que la música no sea nunca ruído y menos en el Egeo.
Un saludo Ana, me encanta leerte.
Santi.
Hola Santi ¿Sabes que presenté el libro «Navegando por el cielo» en Ancora?
Esa Grecia que tú dices, la de Katzantzakis, ya desapareció. Por un lado, está muy bien que ya nadie deba ir descalzo, pero por otro, lo que desaparece es un sueño, el sueño luminoso griego, donde cualquier cosa, por mágica que fuera, podría ocurrir. Y lo que cuentas de la solidaridad de las gentes era sorprendente y te hacía sentirte feliz y confortable en el instante mismo en que llegabas al aeropuerto de Atenas y aterrizabas en medio de Glifada.
Las nuevas generaciones han tenido siempre un complejo de que Grecia era poco moderna y atrasada. Al final han conseguido cambiarla para que se parezca a los lugares conocidos. Algo parecido pasó en España: cuando quisimos reaccionar ya no reconocíamos nuestro pis.
Muchas gracias por pasar y por dejar este comentario. Me reconforta no estar sola con mis pensamientos.
Si te gustaron mis libros te voy a pedir un favor: déjales una reseña en Amazon, google o donde quieras. Yo no le daba importancia a estas críticas, pero según un amigo enterado en el tema, sí la tienen y mucha.
Querida Ana:
La música es necesaria para vivir, su imposición, una tortura. Lo que el esperanto no pudo, lo puede la música. Tiene vocación universal y no me cabe duda de que el cerebro, no sólo el humano, tiene una afinidad especial por la música, una sintonía, una resonancia con las ondas cerebrales. La música genera emociones y el ritmo provoca trances e incluso verdaderos ataques epilépticos.
La música es algo innato y como tú dices nace de la propia naturaleza como los trinos de los pájaros.
Pero el silencio es paz y nadie debería decidir por nosotros si queremos escuchar música y menos que música escuchar. A veces solo es el gorgoteo del mar en el casco de nuestro velero, a veces el silbido del viento o el fragor de las olas que rompen en la orilla.
Lástima que lo que hemos perdido es el respeto a nuestros semejantes que no es más que el respeto por nosotros mismos.
Gracias por tus relatos y por tu música que también está en tu prosa, no sólo en las canciones que compartes con nosotros.
Un beso.
Orfeo amansaba a las fieras. Ya me hubiera gustado a mí verle lidiando con el chunda chunda de los chiringuitos de playa de fondo. Sin silencio, Orfeo nunca hubiera podido mostrar sus dotes de domador. Lo mismo nos pasa: es tal el empacho de música a todas horas que no tienes momentos para desearla y acabas por ignorarla.
Supongo que hoy estoy un poco sensible: ¡¡¡estamos en Fallas!!!! No es que reniegue de ellas. Las fiestas populares son necesarias. Pero no 365 días al año.
¡Qué bonito, Ana! ¡Te echaba de menos! Cuánto empatizo contigo en todo esto que dices sobre la música, el ruido, el silencio.
Gracias por tus palabras siempre. Son una música dulce y traen alegría y paz mientras resuenan en el silencio de la mente que las lee.
Hola, Leticia. Me cuesta escribir entradas. Pienso que ya está todo dicho y que a nadie importan mis inquietudes; ya son 13 años de blog y puedo llegar a cansar, como la música. Luego veo tus comentarios y rectifico. La verdad es que para mí es como una válvula de escape, si cerrara esta bitácora la echaría de menos.
Un besote, espero que estés bien.
No la dejes nunca, Ana. Para ti es una válvula de escape y para tus lectores, que cada vez seremos más y seguro poco ruidosos, un regalo. ¡Necesitamos tus historias y reflexiones! Además, como se dilata el tiempo entre una entrada y la siguiente y nunca sabemos cuándo llegará el aviso de una nueva, para mí es como volver a aquel tiempo feliz en que recibíamos cartas en el buzón. Había que ejercitar la paciencia, la espera, el silencio y un cierto recogimiento para leer. Y era un verdadero placer. Así ocurre con los textos de tu bitácora. ¡Gracias!
Sigo con mis pruebas, médicos, etc. Ahí vamos. Con buen ánimo y agradecida.
Un besote.
Sí que es verdad: las cartas y el cartero tenían una emoción especial. Además, llevaban sellos de colores y era todo un acontecimiento rasgar el sobre con cuidado. Cómo debían sufrir los amantes esperando contestación. Ahora, con un SMS o similar igual te dicen que te quieren como que te odian a morir, sin más explicaciones.
Gracias, Leticia. Por gente como vosotros sigo buscando cosas que contar.
La OMS estima la contaminación acústica perjudicial para la salud en muchos aspectos ( sordera, depresión, ansiedad …).Se cree e ntre otras cosas que produce unas 16.000 muertes prematuras y unas 72.000 hospitalizaciones.
La vida parce una discoteca las 24 horas del día.
Tengo un vecino de una casita baja con un patio de unos 30 metros frente a mi piso que barre el espacio con un cacharro como los de los barrenderos de los parques que parece una taladradora de cemento. Un día de estos me hago un tirachinas .Cómo se puede ser tan tarado !!!!
Y tiene una escoba de hijas de palma que la he visto yo con mis ojitos 🫣
Esos cacharros que nombras me parecen infernales. Estamos intentando ahorrar energía y va e inventamos eso. Alguien puede pensar: es que el barrendero tiene derecho a no cansarse tanto con la escoba. Claro, tienen razón, pero también hay otras soluciones: contratar a 3 barrenderos con 3 escobas que se cansen la tercera parte. Pero para eso hay que saberse la regla de 3.
Gracias, anónimo.
Hola Anuska qué tal estás? Qué gusto volver a leerte. La subida de decibelios ha sido directamente proporcional al deterioro generado por el turismo salvaje. No se elige los sitios por el placer de llegar a ellos, por el amor a lo que pueden proporcionarnos, te digo una cala, como te digo un museo, como te digo un bonito pueblo, sino por quemar rápidamente la pólvora en una juerga infinita que podíamos celebrar en el bar de abajo de nuestra casa, pero Instagram nos obliga a mandarnos fotos desde sitios, en teoría idílicos (iiiiipara quien!!!!) y subirlas a la red. Si al susodich@ le preguntas donde ha estado, o por qué ha estado donde ha estado, no sabrá responderte, es otra muesca más en la cacha de su ridículo álbum de fotos. Es difícil gozar del silencio, y últimamente difícil gozar de buena música…
Un beso muy gordo de un sesentero musical enamorado 😜
VIRIATO
Algún día llegarán los extraterrestres buscando a esos seres tan guapos que aparecen en las fotos de instagram y nos encontrarán a todos sin filtros y si maquillaje. Pensarán que se han equivocado de planeta, o que una guerra nuclear nos ha envejecido de repente. La vida en la nube es falsa como ella sola. Si la acompañamos de ruido… ya está: todos tan felices. No creo que Sócrates pudiera pensar en medio de un chunda chunda dionisiaco. 🙂
Besitos
Hola Ana!
Leerte es conocerte! (perdona el tuteo)
Opino para dar gusto variado a tu salsa, que bien me merece…
Y es que entrar en la fácil queja de los «ruidos de moda», también llamados «ruidos sociales», va quedando atrás. Comprender al igual que monta el sarao o vivir en los momentos calmos de sonido forman parte de la misma obra; y es la obra de nuestras vidas.
Es posible imaginar acaso la 5º de Beethoven sin sus espacios o silencios??, sin embargo nadie repara en ellos; es más, por sí solos en ocasiones son hasta criticados…
En fin, que te siga yendo igual de bonito, y que sigas compartiendo tus salsas…
Yo? Sigo, como niño que espera a los Reyes, que «Amazon» quiera encontrar y enviar tu libro. Cruzaremos los dedos.
Un … roce cariñoso
No entiendo muy bien lo que dices sobre Amazon ¿No te manda el libro? ¿No lo tiene? Me extraña eso que me cuentas, pero me interesa. Igual estás pidiendo la edición antigua de mil viajes a Itaca (la de la portada con foto de callejón), esa ya no está a la venta. La nueva edición tiene la foto de una cortina en una ventana También está disponible en librerías, si es que estás en España.
En cuanto a los silencios, estoy de acuerdo: son tan importantes que sin ellos no existiría ni música ni poesía.
Muchas gracias por pasar por aquí.
Siempre he creído que la habilidad de cantar y de crear e interpretar música es tal vez el mayor logro de la especie humana, pero parece que respetar el derecho al silencio de nuestros prójimos no es una de nuestras más abundantes virtudes: hay quienes no saben lo que es eso del respeto.
Por un lado, es la falta de respeto, como tu bien dices. Pero, creo que también es la necesidad de que siempre haya un ruido disuasorio, una turbamulta que nos impide pararnos a recapacitar. Así seguimos tirando p’lante como los pollinos, sin rechistar.
Un saludo, Álvaro y gracias por pasar por aquí.
Yo paso por aquí con frecuencia, me gusta lo que cuentas y como lo cuentas.
Pues un placer, Alvaro.
Nací y vivo en la tierra de Kazantzakis y Domenikos Theotokopoulos. Amo la música y la poesía, amo España su música, sus poetas su cultura.. Gracias por elegir este video de mi canal. Me he unido a su música mi país y poesía y una película de tu país
Μια χαρά να βγεις μέσα στο βλογ μου με το σχόλιο σου. Η ζωή είναι κύκλος, αυτό το τραγούδι γεννήθηκε εδώ με τον Λόρκα, ταξίδεψε στην Ελλάδα με τον Χατζιδάκις, εσείς έκανες το βίντεο, και εγώ το δείχνω στον βλογ μου. Ποσά ταξίδια κάνομε με την μουσικοί και με την ποίηση!
Για σου