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Las islas prisioneras. Las Oiniades

Los ríos grandes suelen ser corrientes de aguas orgullosas que disputan en su desembocadura el protagonismo a los mares, robándoles, grano a grano, con el paso de los siglos, espacio y envergadura; convirtiendo en terreno lo que antes fue marino. La pugna final se manifiesta en la turbidez de las aguas, cuando se juntan saladas con dulces, náyades y nereidas se reconocen como iguales y se envuelven para desaparecer en el profundo océano.

Un río nace de un vomito de la tierra. Salta, barre, limpia y se precipita, arrasando lo que encuentra a su paso, inundando y anegando, pero también evitando, secando, eludiendo, transformando, vadeando, aplanando, asolando o humedeciendo y fertilizando. Un río grande moldea el paisaje y a los hombres y animales que habitan en sus meandros a su santa voluntad. Y cuando llega al mar, se deshace de todo lo engullido para mirar de frente al océano, con soberbia y poderío.

El Aqueloo, también llamado Aspropótamos o río blanco, es el segundo de Grecia, nace en la cordillera del Pindo y viaja 215 km para desembocar en el Jónico, frente a la entrada al golfo de Patras, y divide la región en Etolia, por un lado y Akarnania, por otro. Los antiguos griegos creían que los paisajes fluviales eran hermosos más allá de los estándares humanos y que pertenecían al mundo de las divinidades y por tanto, el Aqueloo es un dios. Ya he hablado de él y su rivalidad con Heracles en otra ocasión.

Como todo río que se precie, tenía Aqueloo a sus náyades que se embellecían y se bañaban en sus orillas. Algo hicieron ellas que disgustó al dios, las atrapó, las estrujó con su potente mano y las lanzó al mar. Allí quedaron petrificadas y solitarias, aisladas unas de otras, convertidas en las islas Oiniades, dentro del archipiélago de las sagradas Equinadas, según calificación de Homero. El gran escritor y mejor amigo, Rodi de Fuca, hace un estudio etimológico de las islitas y su correspondencia con las ninfas del río que merece la pena leerse.

El caso es que, el río debió de arrepentirse del castigo cruel inflingido a las muchachas que, además de pétreas, permanecerían separadas para siempre, sin poder cantar y bailar entre hermanas. Poco a poco, año tras año, aluviones de lodos y arenas volvieron a permitir sus abrazos y las enterraron tierra adentro. Todavía quedan algunas sueltas y libres, y otras semienlazadas, como Petalás y Dioni. Si alguna vez tenéis el placer de sobrevolar la zona, podréis distinguirlas fácilmente, sus oscuros montículos sobresaliendo entre las cultivadas planicies que permitieron las avenidas del Aqueloo.

Este es un recorte del Google Earth de la zona actual.


Esta es una interpretación de como debió ser el archipiélago de las sagradas Equínadas. Cortesia de Nikos Kavanis y Rodi de Fuca.

Tanto tiempo navegando y fondeando en la laguna entre Dioni y Petalás, o en las playas de Scrofa y Scrofopula sin haberme dado cuenta del pasado insular de estos campos, que llega al máximo de la emoción cuando visitas el Neorio y su antiguo varadero, donde con seguridad calafatearían e impermeabilizarían las trirremes. Visto de otra forma, el antiguo dios fluvial las protegió, al anegarlas, de las manadas de barcos y turistas que asolan a sus parientes jónicas más grandes. Qué sería de ellas si un estruendo de beach bar emergiera de sus doradas orillas arenosas.

Esta vez las visitamos por mar y por tierra, acompañados por nuestros amigos griegos, Dimitris, su hermosa familia y el extravagante y espectacular Nikos Kavanis, que merecerá una mención aparte algún día, un geólogo que ha abandonado cualquier actividad en la vida que no sea la demostración de que la Itaca Homérica se encuentra en Cefalónia. Nikos, de copiloto, exhalaba gritos de emoción ante los estratos y sedimentos de las pequeñas lomas que encontrábamos al paso, poniéndoles sus nombres correspondientes.

Aquí, en la protección que deja la isla de Petalás, fondeó la flota cristiana la noche anterior a la batalla de Lepanto. Curiosamente, el encuentro entre las dos flotas no se produjo en Lepanto, que da el nombre a la contienda, sino frente a Oxia, a la entrada del gran golfo de Patras, pudiendo haberse llamado perfectamente “la batalla de las Equínadas”. El 7 de octubre de 1571, al mediodía, apareció la flota turca que venía viento y corriente a favor desde el este, la santa alianza, comandada por Don Juan de Austria, les estaba esperando frente a Oxiá. Allí tuvo lugar una de las batallas más breves, apenas 4 horas, y mas sangrientas de la historia. Cuando las fuerzas avanzaban se toparon con un cambio en la dirección del viento, que comenzó a venir desde el oeste, lo que beneficiaba a la flota católica. El mar se tiñó de rojos, cabezas y miembros flotantes. La islita más oriental llamada Scrofa, “puerca”, tomó el nombre de “roca ensangrentada”, ματωμενος βραχος por la sangre que dejaron los otomanos al intentar encaramarse a ella. Tres días después de la batalla, Don Juan de Austria escribió una carta a su hermano, Felipe II, notificándole la victoria; en la firma figura la fecha y el lugar: Petalás, 10 de octubre de  1571.  En este mismo lugar, un maltrecho y herido Don Miguel de Cervantes comenzó a pergeñar su inmortal aventura.

Hay sitios que parecen destinados a generar historia, leyendas y cuentos. Fuimos a comer a un merendero en la orilla del río, en Dioni, donde 4 maderas, un cañaveral y unas patatas fritas me hicieron recordar cuan simple es la felicidad y que rematadamente estúpidas complicaciones nos impiden disfrutarla. Un buen sitio para dejar pasar el tiempo, escuchar el silbido de las cañas, la charla de los pájaros, el crujido de las pequeñas olas y los ecos de las buenas fábulas.

Allí enfrente, en un castillo cercano a Kilini, habitó un desafortunado príncipe llamado  Ανήλιαγος, el que no puede soportar el sol. El día que nació  Aníliagos su padre dejó una lucecita sobre su cuna, pero esta se apagó. Las moiras le condenaron a vivir por siempre en la oscuridad de los sótanos de palacio, sin poder ver la luz del día, porque esta lo mataría. Pero el príncipe se enamoró de la bella Señora Rini, que residía en una torre, e iba a visitarla cada noche. Antes de amanecer, cuando cantaban los gallos, Aníliagos salía pitando de la alcoba para esconderse en su oscuro castillo. Un día, Doña Rini, para evitar que su amante huyera de forma inesperada como todas las mañanas, mandó cortar el pescuezo a todos los gallos. Aquel día Aníliagos no los escuchó y cayó fulminado por los rayos solares cuando asomó por la puerta adormilado. Interesante reinterpretación sobre el mito de los vampiros y las mujeres posesivas para reflexionar en las riberas del río cuando oscurece. Cuentos y más cuentos, guardados entre montañas y castillos.

Navegar por Grecia es una novela de suspense, un cuento inacabado que narra un capitulo en cada visita, por eso nunca debe importar observar los sitios una y otra vez. Decía Nikos Kazantzakis que “Muchos son los goces de este mundo: mujeres, frutas, ideas. Pero hender las aguas de este mar, en el tierno otoño, murmurando el nombre de cada isla, supera a toda otra alegría y abre en el corazón del hombre un paraíso. En ninguna otra región pasa uno tan serena, tan fácilmente, de la realidad al ensueño.”

Y yo añadiría: Desdichado el viajero que no se detiene más que una vez sobre la misma piedra helena; abandonará su libro inacabado, se lo comerán las polillas y nunca averiguará el final. Es posible que la próxima vez que vuelva a navegar por el delta del Aqueloo el pobre Aniliagos haya escapado a su destino y pueda tumbarse feliz y contento en su arena.

Κλείνω τα φώτα και κοιτάζω τις σκιές
χίλια βουνά και θάλασσες βαθιές
σπηλιές και ξέφωτα νεράιδες και γητειές
ένα καμίνι με καταπίνει

Α, τα ρούχα μου μυρίζουνε φωτιά
ε, άσε τα ψέμματα και βγες απ’ τον τεκέ

Άρχοντα σβήσε τα παλιά σου μυστικά
άναψε σπίρτο να σε βρει καμιά αγκαλιά
κόλπα κι αινίγματα μ’ ανάβουν το μυαλό
δεν έχω δρόμο κι ουρανό

Γεμάτο το δισάκι μου ψωμί
τηλεπαιχνίδια κι ένα πλαστικό βιολί
ω, δεκάρα τσακιστή για το γαμπρό
α, πριν παντρευτείς να σε φιλήσω μια φορά

Λέω παραμύθια να ξορκίσω το κακό
να γίνουν όλα μαγικά μ’ ένα χορό
σκάλα μ’ ανέβασες πριν πέσω χαμηλά
τώρα γυρίζω στα παλιά

Α, παιχνίδι της γυναίκας τα φιλιά
Αχ αχ αχ παιχνίδι μ’ έκανε μια νόστιμη κυρά

ω, δεκάρα τσακιστή για το γαμπρό
α, πριν παντρευτείς να σε φιλήσω μια φορά

Apago la luz y miro las sombras
mil montañas y profundos mares
cuevas, claros, nereidas y magas.
Una chimenea me engulle.

Ah, mi ropa huele a humo
Eh, eh, eh. Olvida las mentiras y sal del teké.

Jefe, borra tus antiguos secretos
enciende una cerilla para encontrar un abrazo
trucos y enigmas me encienden el cerebro
no tengo camino ni cielo.

Mi zurrón está lleno de pan,
videojuegos y un violín de plástico.
Oh, ni diez céntimos por el novio
Ah, antes de que te cases te besaré una vez.

Digo cuentos para conjurar el mal,
para que se vuelva mágico en un baile.
Me aupaste a una escalera antes de caer muy bajo
ahora regreso al pasado.

Ah, un juego de los besos de las mujeres
ah, ah, ah, en un juguete me convirtió una notable señora

Oh, ni diez céntimos por el novio
Ah, antes de que te cases te besaré una vez.

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13 comentarios en «Las islas prisioneras. Las Oiniades»

  1. Hola Anuska.
    Conforme he empezado a leerte, enseguida he imaginado a donde querías llevarme. A la memoria me ha venido vuestra visita terrestre a Neorio (que ganas de conocerlo) y las muchas conversaciones que hemos tenido de esa zona de navegación. Pegadito está mi queridísima Messolonghi, que estudiando la interpretación que muestras de como debió ser el archipiélago de las Equínadas, su puerto (si existía en aquellos tiempos) casi daba a mar abierto (mar abierto a muchas islas, claro está). Oye, estos Dioses griegos son la leche. ¿Es que no hay nadie que se tope con ellos y no acabe convertido en mariposa, piedra o sapo? Me río yo del mitológico mal carácter de Zeus. Un santo al lado de todos sus compañeros. De lo que no tenía ni idea (Y que levante la mano en este blog quien lo supiera) es que la batalla de Lepanto, no fue frente a Nafpaktos, si no a Oxiá. ¡Otro mito tirado a la basura! Con las ganas que tenía yo de meter en Viriato en el Castillo/puerto del mismo nombre, si no lo encallo antes. Y para terminar; que razón tienes, “navegar por Grecia es una novela de suspense, un cuento inacabado que narra un capitulo en cada visita”, y leyendo tu blog se convierte en más apetecible cada día.
    Un millón de besos para los dos
    Viriato

    1. Navpakatos es Navpaktos, y allí estaba congregada la flota turca antes de la batalla y bajó las 35 millas que distan Lepanto de Oxiá viento y corriente a favor; hasta que D. Juan de Austria rezó una oración y cambió el viento (Ya sabes lo que hay que hacer). El hecho de que se haya llamado batalla de Lepanto no lo sabemos muy bien, algún historiador poco atento a la geografía, o que tenía un primo con un hotel en Lepanto, quién sabe. Pero, de todas formas, bien merece una visita su puerto fortificado.

      Felices vacaciones, amigos. Pasadlo requetebién.

  2. Hola Ana,
    Si, tus relatos siempre dejan a uno pensativo y a veces melancólico, a veces entusiasmado, nunca indiferente. Desde nuestra travesía en la Maga 3, de Cefalonia hasta Atenas por el golfo de Corinto, con una parada delante del puerto fortificado de Lepanto, no he vuelto a encontrar las mismas sensaciones. He navegado por las Eolias (que me encantaron) y este verano por el norte de Cerdeña, archipiélago de la Maddalena y Bonifacio en Córcega. Todo muy bien…pero nada comparable a lo (poco) que he visto de Grecia y sus innumerables islas, algunas únicas.
    Me llamó mi librero esta semana para decirme que había recibido una nueva edición de Mani (Patrick L. Fermor). Se la había encargado hace dos años…sobre recomendación tuya porque estaba descatalogado.
    Lo voy a empezar a leer con fruición!
    Gracias. Hojalá pudiese volver a navegar con vosotros por Grecia.
    Un abrazo
    Paul

  3. Hola Paul. Yo también me acuerdo mucho de aquella singladura. Lo que dices de Grecia es justamente lo que intento transmitir, es una tierra que genera historia y leyendas. ¿Qué hay más bonito que un cuento para que te lo narren en cada escala? Y tienes que estar atento porque según quien te lo cuente la trama será diferente.
    Disfruta de Fermor. También me gusto mucho su «Rumeli, viajes por el Norte de Grecia», lo tienes en Editorial Acantilado.

    Super abrazos a los dos

  4. Hola de nuevo Ana,
    Este comentario es solo para suscribirme con una nueva dirección de correo a tu blog. Mi dirección antigua no hace mas que darme problemas y la he borrado. Ahora te mando, en un correo, mi nuevo email.
    Un besito

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