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Los Mangas de Meganisi

El fenómeno del turismo es uno de los más curiosos de la humanidad. Seguro que dentro de muchos siglos algún extraterrestre llegará a la tierra y encontrara un vasto y enorme archivo de material donde indagar en nuestra civilización. No sé qué pensará de los trillones de instantáneas de raros especímenes sonrientes con mares y precipicios detrás ni de los muy interesante yacimientos de palos metálicos telescópicos cercanos a las cataratas de Iguazú, las pirámides de Egipto o las islas Seychelles. Así como los enigmáticos jeroglíficos con el dibujo del Tripadvisor; bueno eso ellos no lo adivinarán y se devanaran los sesos intentando descifrarlo, porque yo tampoco lo entiendo.

Todos hemos hecho el turiston alguna vez. Yo misma me recuerdo subida en un autobús en el parque del Timanfaya, Lanzarote, donde ponían música de volcanes en erupción y acababan el trayecto frente a un asador de pollos a la fumarola. Fue esa vez cuando decidí que prefiero no ver las cosas a verlas de esa forma tan estabulada, porque al fin y al cabo ¿Qué me importaba a mí el antiguo volcán y qué hacía yo allí, con los pelos de punta, la piel de gallina y las gafas de sol puestas para camuflarme?

El turista es una presa fácil: no conoce el país, no conoce el idioma y lo único que desea es hacerse fotografías para mostrárselas a los amigos; el “yo estuve aquí”; así que no es improbable que acabe comprando alfombras persas made in china y oyendo o bailando bailes prefabricados para la ocasión que nada tienen que ver con el folclore local.

Hay una taberna en Meganisi donde durante la cena ponen música; siempre la misma; para amenizar a las flotillas de barcos que pasan la noche. Me sé de memoria la selección: primero El “Sirtaki”, el” Frankosiriani” y luego “Supe que eres un mangas”. Después ya se desparraman con los Bee Gees, Abba y por último la Macarena. El dueño les baila un poco, les enseña cuatro pasos y luego una especie de baile por parejas que se asemeja mucho a un, yo diría que…un rock and roll lento. Ellos lo aprenden con esmero ¡No se darán cuenta que les están tomando el pelo!

-Pero eso que enseñas es un chiste. Tu sí que eres un mangas—Le digo yo al dueño cuando no hay actuación. Tengo que apostillar que los mangas eran los personajes chulos y descarados de la rebétika.

-Y ¡qué más da! ¿Ellos se lo pasan bien o no? Además tengo piedras en el riñón y ya no puedo dar los brincos de antes.

En Meganisi hay otro reclamo turístico famoso que todos los días atrae a cientos de barcos y visitantes: La cueva de Papanikolis. Es una cueva accesible por mar donde las barcas meten sus proas entre el tumulto de neumáticas, surfistas, motos y nadadores arriesgados. Las colas en el puerto por las mañanas para embarcarse y visitar la famosa cueva son escalofriantes. Todos guardan su turno armados con sus palos selfie, como guerreros hoplitas.

Papanikolis fue un submarino griego heroico y famoso de la segunda guerra mundial. Forjo su leyenda por el arrojo de sus marineros; creo que este año murió el último tripulante con más de 100 años; y por haber hundido a un convoy italiano a pesar de la precariedad de sus medios. De hecho no podía mantenerse sumergido más de 10 horas y necesitaba emerger frecuentemente para renovar el aire. El puente del submarino se conserva en el museo del Pireo y el nombre de Papanikolis todavía hoy se utiliza para denominar unos modernos submarinos de fabricación germana que Grecia encargó en medio de la actual crisis con el anterior gobierno ¡Qué cosas!

Παπανικολις
Una de las hazañas del Papanikolis fue el esconderse en una cueva en las aguas del Jónico, rozando el límite de sus resistencia. Esta cueva se encuentra a bastante profundidad al sur de Lefkada, en un sitio que los locales llaman “aguas negras”. Pero los antiguos pescadores reconvertidos en capitanes de barcas turísticas decidieron que mejor metían al Papanikolis en Meganisi y así todos se hacían la foto con el telón de sus aguas azules.

 

Meganisi cueva

Yo siempre pensé que había gato encerrado pues la cueva no tiene suficiente tamaño como para albergar un submarino con puente y todo. Y aún si lo hubieran metido con calzador, la limpidez de sus aguas hubiera hecho imposible el pasar desapercibido; se vería una mancha oscura en un fondo turquesa. Así que un día se lo pregunte a un antiguo marino amigo mío. Todavía se está riendo. Me dijo: pásate por el museo naval del Pireo y dime si eso cabe en la cueva. Se lo inventó un dia el capitán de un caique y ahora todos se lo creen.


Pues lo que decía, que los futuros visitantes de la tierra verán las tropecientas fotos de la cuevecita de Meganisi con diferentes rostros humanos y fliparan.

Έμαθα πως είσαι μάγκας
είσαι και μερακλής
πως γυρίζεις στις ταβέρνες
είσαι και μπελαλής

Τουρνέ και τούρνε
τουρνενέ
πες το βρε μάγκα
βρε μάγκα μου το ναι

Έμαθα πως παίζεις ζάρια
στις λέσχες πως γυρνάς
και στο σπίτι σου τα βράδια
ποτέ σου δεν πατάς

Τουρνέ και τούρνε…

Supe que eres un mangas
Que te gusta la buena vida
Que frecuentas las tabernas
Y te gustan las peleas.

Gira y gira
Gira
dilo, manga
Dime que sí.

Supe que juegas a los dados
Que frecuentas los clubs
Y que en tu casa por las noches
Nunca pisas.

Gira y gira…

8 comentarios en «Los Mangas de Meganisi»

  1. Estupendo Ana, aqui leyendo tu aportación al universo literario con Yannis ( un amigo griego ) y cantando tu espectacular canción, caray que giros !!!!!. Besos filakias

  2. Hola Anuska, es genial la historia, pero te asomes al rincón que te asomes, como dicen en mi tierra, «en todas partes cuecen habas». Hace dos años hice el tramo gallego del Camino se Santiago. Al entrar a la catedral para saludar al «Santiño», desde lejos, claro está, y pararme a admirar » El pórtico de la Gloria» vi con estupor que los turistas sobaban la cabeza del maestro Mateo, arrodillado hacia el altar, y le pegaban testarazos al pilar donde los peregrinos de tanto apoyarse, dejaron sus cinco dedos marcados. ¿Pero no era al revés la tradición? Pues eso.
    Un beso muy gordo y no tardes tanto en escribir que se te echa de menos.

    Viriato

    1. El otro dia me comentaba unos que fueron a Dubrovnik y habia tanta gente que muchos se desmayaban por las calles. Yo, sinceramente prefiero no ver Dubrovnik y mira que me encantó esa ciudad; pero no a cualquier precio. Por eso creo que me moriré sin ver Bali, ni la costa Maya. Prefiero visitar siempre el mismo sitio y seguir indagando cosas y tabernas con Teleftodakias.
      He estado un tanto liadilla, ya sabes, pero ahora me cojo unos dias de vacances, con tu amigo del alma y ya seguiré contando.

      Besazos

  3. Ana, te descubrí leyendo «Mil viajes a Itaca» y me reencantó todo lo que escribes. Te envíe un privado pero creo que no te llegó, mi hija pequeña se llama Ítaca, soy una enamorada de la historia de la isla, me encantaría que me ayudases a conseguir el libro del que hablas en el post de «Mil viajes a ítaca», ¿es posible? Te leo! ; )

    1. Hola Gracias por seguirme y por tus pirópos. Voy a revisar el correo y te mando la dirección de la librería donde lo encontré en Atenas. Te lo envio al mismo correo desde el que escribes ¿Vale?
      En cuanto al privado, supongo que atraves del Huff, creo que te respondí pero no tenía tu correo. Ahora sí.
      Cual te interesa el del Jónico en una barca o el de el viaje del Harás?
      Un abrazo

  4. Hola Ana, espero que este comentario pueda entrar porque como te explicaba por otra vía en el anterior la red me jugó una mala pasada y desistí. Hablas de los estragos del turismo y la verdad es que es una plaga que no hay quien la pare. La estupidez vuela por todas partes y la verdad es que cuesta escapar de todo eso.
    Por cierto, hablando de la música en las tavernas, en este último viaje paramos (15 años después) 3 noches en Paros; en una de ellas en Parikia, de vuelta de cenar, nos desviamos y había un lugar con unos cuantas tavernas donde no había ni puto turista. En una había un duo tocando en directo (muy bueno) y allí entre ouzos y vinos fue bailando el cocinero (que parecía ser el dueño), gente que estaba cenando y gente griega que pasaba por allí. Y había alguno que lo hacía muy bien. Fue muy bonito y ayuda a escapar de las «turistadas». Y hablando de turismo, selfis y demás, al final del viaje paramos en Santorini para coge el vuelo de vuelta. Una tarde fuimos a Oia para ver alguna cosa que se nos había quedado de otras veces y… era la hostia, manadas con los selfis y cámaras a buscar la puesta de sol. No se podía caminar. Nos quedamos en blanco, no hicimos nada de lo planeado y nos dimos la vuelta. A veces pasan estas cosas.
    Un abrazo y buen verano.

  5. Lo de Oia lo he visto yo pero desde la isla de enfrente, Thirasiá que tiene la misma puesta de sol paro no hay nadie. Desde allí veíamos riadas de barcos que iban hacia Oia para llegar a tiempo y llegado el momento del iliobasilema, un resplandor de flashes que cegaba al sol. Y la pobre Thirasiá, solita sumida en un lamento de burros. Pero la mayoría de gente sigue queriendo ir a Santorini. Así es la vida.

    Un abrazo y buen verano también para vosotros.

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