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Mañana saldrá el sol

Dicen los astrónomos que el universo se apaga. Tras examinar más de doscientas mil galaxias han llegado a la conclusión de que la energía actual de las estrellas es la mitad de la que emitían hace dos mil millones de años. Aquella fenomenal y prodigiosa explosión, que dio origen a todo esto, se diluye en el infinito espacio. Y como dice ese conocido villancico: «nosotros nos iremos y no volveremos más». Cuando manejas esas cifras de tiempo tan sobrecogedoras casi que la cancioncilla da risa. La extinción es la regla y la supervivencia la excepción. Minúsculos y prescindibles, también nosotros somos polvo de estrellas. Nuestros átomos, las fuerzas que conexionan nuestras moléculas y los ladrillos de nuestra existencia, se generaron en el interior de ellas. Y a ellas alzamos los ojos buscando explicación y consuelo de sinsabores, desamores y penurias. Si de ellas venimos, ellas deberían tener la solución.

Ha llegado el momento esperado del solsticio de invierno y nuestra gran estrella vuelve a crecer un poco cada día trayéndonos promesas de luz y calor, esperanzas de cambios. A todos nos excita la expectativa de que mañana será mejor día. Imaginamos que podríamos cambiar de paisaje con solo descorrer las cortinas de nuestra ventana al amanecer. Se genera una romántica ilusión, como la de poner detergente en la nueva lavadora y mirar como da vueltas; es nada más que una lavadora, pero por unos días es curiosa y sorprendente. Ansiosos de iniciar nuevos ciclos, consultamos la lotería, miramos los horóscopos, reproducimos tradiciones antiguas o suplicamos a nuestros distintos dioses. Y los escépticos, entre los que me hallo, imploramos a la ciencia. Sin embargo, ese dios es espiritualmente insuficiente, no se encuentra mucho consuelo en rezar a la mecánica cuántica. En el fondo todos buscamos un polvillo interestelar que nos haga sentir trascendentes y profundos por unos días. Pero el universo se expande en busca del vacío y de la nada sin que podamos rechistar.

Siguiendo con la perspectiva cósmica, tengo que deciros que hay como dos billones de galaxias en el universo observable, todas ellas repletas de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía. El hueco intergaláctico está compuesto por un débil éter cuya densidad ronda el átomo por metro cúbico. Más allá de nuestras insignificantes narices no hay nada más que espacio desocupado. Somos solitarios náufragos espaciales que por una extraña razón hemos dado con nuestros huesos en este pequeño planeta. No obstante, si lo pensamos bien, cada uno de nosotros es una preciosa casualidad en ese infinito celeste. Sin más, sin conjunciones astrales ni dioses, sin física ni matemáticas. Un punto en un quintillón de rayas posibles. Creo que podemos sentirnos afortunados.

El otro día salía muy tarde de trabajar cuando un desaprensivo había dejado aparcado en doble fila su coche con el freno de mano puesto, impidiéndome salir. Pasados los diez primeros minutos de cortesía, se me encendieron las entrañas y se me hincharon las arterias. Solo imaginaba como quemar el coche, pinchar las ruedas, llamar a la grúa o pintarrajearlo con spray. Me entretuvieron, y enternecieron, un perro y un gato que estaban dentro y me miraban con ojos tan desesperados como los míos. Resumiendo: me dieron las once de la noche cuando apareció el individuo; la policía no lo hizo ni por asomo. Quise matarlo y le dije más que al chucho que estaba dentro. Cuando se fue, yo todavía reclamaba mi venganza insatisfecha y me enfurecía más con el frío de la noche ¿Cómo podía escaparse vivo y sin penitencia semejante escoria humana? ¿Nada más que con un escueto «perdona»? Entonces recordé una frase de Carl Sagan:
Solo la compañía de otros hace soportable el vacío. Si te incomoda, déjalo vivir. En un trillón de galaxias, no hallarías otro igual.

Tengo que reconocer que me reconfortó la idea. Es posible que solo fuera por el alivio de no encontrármelo en un trillón de galaxias, de mundos, de vidas; de no volverlo a ver jamás.
¿Será el solsticio?, ¿será el espíritu intangible de la Navidad?, ¿será que me estoy volviendo una moñas? Todo es posible en un universo que se enfría y se deshabita, pero cuando veo a alguien amable me derrito como un cirio y hasta me asoman lagrimones. Cuando encuentro a algún conciudadano grosero o desalmado, me desmorono como los castillos de arena abandonados.

Así que, llegados estos días, tan señalados como inciertos, tan solo quiero desearos un buen libro entre las manos y serenidad. En los libros hay semillas de futuro, en la serenidad el universo entero. El sol ya se encarga de los demás detalles y nos acompaña en el viaje estelar. Y aunque nos pese, de todos los virus posibles, nos hemos tenido que encontrar a este entre un trillón de galaxias y también es polvo de estrellas como nosotros. Así son las reglas del juego. Nadie consultó nuestra opinión.

Como decía la vieja canción de Annie: Apuesto mi último dólar a que mañana saldrá el sol; solo hay que aguardar a esperarlo.

Felices fiestas.

El sol saldrá mañana
Apuesta tu último dólar a
Que mañana habrá sol

Solo pensando en mañana
Limpia las telarañas y la pena
Hasta que no quede ninguna

Cuando me atasco en un día
Que es gris y solitario,
Solo levanto mi barbilla
Y sonrío y digo,
Oh, el sol saldrá mañana

Así que solo tienes que
esperar hasta mañana
Pase lo que pase
¡Mañana! ¡Mañana!
Te quiero ¡Mañana!

Siempre estás a
un día de distancia

The sun’ll come out tomorrow
Bet your bottom dollar
that tomorrow there’ll be sun

Just thinkin’ about tomorrow
Clears away the cobwebs and the sorrow
‘Til there’s none

When I’m stuck with a day
that’s gray and lonely
I just stick out my chin and grin
I smile and say,
Oh, the sun’ll come out tomorrow

So you gotta
hang on ‘til tomorrow
Come what may
Tomorrow, tomorrow
I love you tomorrow

You’re always
a day away

16 comentarios en «Mañana saldrá el sol»

  1. Ana. GRACIAS llenas de estrellas, las más hermosas contempladas desde mi tierra, Mallorca, y desde mi otro lugar, Grecia, concretamente en Mani.
    Precioso tu escrito. Te veo pronto. Así lo deseo. Felices fiestas

  2. Querida Ana:

    Felices libros, feliz serenidad y feliz mañana alumbrado por el sol y muchas, muchas estrellas para las noches oscuras.

    Un abrazo muy fuerte y mis mejores deseos,

    Leticia

  3. Muchas gracias Ana, muy atinada tu reflexión. Ojalá algunos políticos de cuyo nombre no quiero acordarme, leyeran y meditaran el párrafo de …”somos solitarios náufragos …una raya en un quintillón etc…”
    Que paséis las mejores Navidades posibles y que el año 2022, una cifra tan bonita, nos traiga algo mas de sosiego.
    Abrazos! 🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄🎄

  4. Hola Ana
    Si, parece que el universo se apagará un día,dentro de mucho mucho tiempo. Hay un cuento muy bonito de Isaac Asimov que se llama “La Última Pregunta “, muy oportuno en ese contexto.
    Avísanos si vienes por Mallorca.
    Un beso y felices fiestas 🎄

    1. Hola, Jose. Sí me acuerdo del cuento: «Datos insuficientes», decía la supercomputadora cuando le preguntaban por el fin del mundo. Y el final era magnífico. No lo cuento por si alguien se quiere dar el placer de leerlo. Qué visionario era Asimov. Felices fiestas y espero poder ir pronto a Palma

  5. Hola anuska. Que entrada más bonita, aunque para mí, tanto polvo a mi edad… no se, seguro que mi santa si se entera me hace poner la rumba. Que tengáis ambos dos un feliz cambio de año, y que el 22 sea amable con todos nosotros, porque en eso sí que estoy totalmente de acuerdo contigo; a los cafres ni agua, que llevamos un par de añitos de aupa.
    Nos vemos pronto
    Os quiero un montón a los dos
    Trillones de besos
    VIRIATO

  6. Mirar una estrella y pensar que está en decadencia en el cielo nocturno, que se está apagando!! Y otras ideas sobre la velocidad de la luz y lo que vemos en el cielo. Pero acá en la tierra si que hay certezas como la idea de que cuando se enfríe el volcán de la Palma saldrán los verdes. Así como sale el sol cada día y al invierno le sigue la primavera. Vivir para verlo. Buen año para ti y para tus compañeros de viaje

    1. Hola, Virginia. La estrella que miras quizás hace tiempo que desapareció y ahora es un agujero negro. El vacío que ves, es posible que ahora esté poblado por estrellas que no imaginas. Los humanos somos tan insignificantes, cuando comparas la escala temporal del cosmos, que empiezan a parecer minucias nuestras cuitas. Pero tienes razón, para ser feliz hay que pensar solo a corto plazo. Mañana saldrá el sol y crecerán las plantas sobre las cenizas de la Palma con mucho más brío que antes.

      Muchos besos y felices fiestas

  7. No solo saldrá el sol sino que lo hará para todos, para el cafre y para la buena persona, para el rico y para el pobre, para los escorados a diestra o siniestra. Nuestro astro rey es así de democrático como la democracia que nació en Grecia.
    En espera de que se alaguen los días y podamos realizar ese viaje prometido, recibe un abrazo y
    Καλά Χιστούγεννα!!!
    Τα λέμε!!

  8. Gracias Ana, se me han pasado las fechas sin leerte pero ahora lo he hecho y siempre es un placer.

    Efectivamente el sol sale cada día y así será, afortunadamente, durante toda nuestra vida, dada nuestra efímera existencia comparada con la del cosmos.
    Y, por las noches, siempre saldrán las estrellas. Existan aún o no; las vemos y eso nos hace maravillarnos y a veces llorar por tanta belleza.

    La amabilidad, la bondad, ¡Ay! ¿Están de capa caída? ¿O sólo nos lo parece porque notamos más lo que nos enoja y nos duele que la buena conducta?
    Hace poco hablaba de la bondad con unos amigos. No se tiene hoy en día por virtud, se valora más al ser atrevido, decidido, trangresor, al malote. Recuerdo un anuncio que, junto a algunas fotos de actores famosos, decía: «Prefiero pedir perdón que pedir permiso».
    Cuando la bondad es la inclinación natural a hacer el bien y !Cuánto necesitamos el bien!

    La lectura nos hace sintonizar con otras almas y es un verdadero bálsamo, como lo es disfrutar de la naturaleza.
    Por eso: ¡gracias!, me encanta que, entre ese trillón de galaxias, estés tú.

  9. Ya ves qué grata casualidad: entre un trillón de galaxias, va y coincidimos. ¡Eso es tener suerte!
    Tines razón, se lleva el ser triunfador, empoderado (como odio esa palabra), jóvenes, guapos, insensibles y avispados en los negocios. Poca gente disfruta soltando lagrimones viendo «Qué bello es vivir», está totalmente trasnochado. Y todavía menos de la lectura, a no ser que sean tweets rápidos e ingeniosos. Bueno, no importa, siempre quedamos un reducto de moñas como nosotros. A mucha honra. Eduardo, te deseo muchos amaneceres con estrellas bonitas que cuenten cuentos.

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