Yo me quedé mirando fijamente y le hubiera contestado un “a mí me gustas tú”, pero podría malinterpretarse, porque yo lo que quería decir es que justamente me gustaba que me preguntara si me gustaba su pueblo, su Petríes. La simpatía y a dulzura con la que pronunció su interrogante no era para menos; ella y su duda lo más atrayente. Era una pregunta humilde del que quiere agradar pero a la vez orgullosa de las maravillas naturales de su tierra. Era más un intento de saber ¿Qué se os ha perdido por aquí? ¿Qué os ha traído a este puerto sin fama? A la vez que cerciorarse de eso de que “si es que como esta playa no hay nada, a ver si se van enterando por ahí”.
Lo que nos hizo venir aquí fue que era una escala cómoda para seguir subiendo hacia el norte; y tal vez, quizás, poder llegar a Samotracia. Samotracia es para mí como la Itaca de Kavafis, la que me da el gran viaje, sin ella no hubiera partido, sin ella no me empecinaría en subir hacia el norte; pero llevamos luchando contra el meltemi o entreteniéndonos por el camino más de 20 años sin avistarla. Aunque el culpable fundamental de la recalada se llama Ramiro; el amigo enfermo de Grecia, como yo ¡Ay pobre! Que tantas veces habla de este sitio y con tanto cariño que no podía pasar de largo.
Petríes es un magnífico “puerto a su bola”, es decir lleno de pesqueros y sin concesiones a los barcos de recreo. Ya me va gustando esto. De hecho nos fondeamos fuera por miedo a enganchar alguna cadena de sus muertos. Los barcos entran y salen sin descanso e incluso hay un par de arrastreros medianitos. Practicaban una modalidad curiosa de pesca; con serviola; uno al timón y otro a otear el que se yo, el gran ser, el Kraken, a la proa. Así salían y así entraban miles de veces dando vueltas por la playa; al atardecer y en calma, se veían sus estelas cruzarse y hacer volutas en el agua violeta.
Se oyeron salir berridos y lamentos de una barquita roja con un padre y con un hijo.
– Papaaaa, vámonos a casa
– Aún no, espera un poco; coge ahora tú el timón. Mira, así.
– No quiero coger el timón, buaaaaa, quiero irme a casaaaaa.
Todavía lo martirizó un rato más, refunfuñando y quejándose de la extraña maldición que había caído sobre su hijo ¿Por qué no le gustaba salir a pescar? Si es lo más bonito del mundo. Podía ser como esos niños que, en la playa, con gafas y aletas, estaban calando un trasmallo mientras chillaban cuando se acercaba un pez, pero no, a él le había tocado el raro ¿Dónde está ese gen de la obsesión por la captura que todo griego lleva como dominante en sus cromosomas? ¿Acaso llegaría a ser mayor y no miraría al agua, buscando y buscando, cuando paseara por el puerto? ¡Qué disgusto! ¿Qué pensarían los vecinos?
– Mañana más- Le sentenció. El chaval se calló y se sorbió los mocos; pasó la pesadilla por el momento.
No estuvimos más que un día en Petríes; soplaba un buen sur para subir hacia el norte y se esperaba un buen norte que nos dejaría atascados. Samotracia nos miraba a lo lejos. No tuve tiempo de paseos ni tabernas. Pero sí que me dio para visitar sus grandes almacenes, donde se exhibían los últimos modelos de las grandes firmas.
Se me olvidó buscar los probadores.
¡El probador detrás del camión, al aire!
Joooo, qué emoción y qué endibia…, y con La Maga en la playa, delante de las duchas, ¡donde no hay nadie! Hicísteis muy bien fondeando ahí. Gracias por esta crónica y esa mención.
Ayer me cayeron unos lagrimones sabiéndoos en Limnos, siempre lloraba al llegar y al marchar, esas colinas grises y pardas son un poco tristes además, pelada y austera, no tiene la vegetación de Eubea o Skiros.
Y a Samotracia, donde creo que estaréis ahora, ¡snifff!, la recuerdo desde el barco al amanecer, emergiendo de la niebla de pronto como una mole negra, es pequeñina, pero el Monte Fengari es uno de los más alto después de Átos en el norte de Grecia. Muy agreste y olorosa, alejada de todo, ¡es más Ítaca que la propia Ítaca, de acuerdo!
Que lo paséis muy bien, tranquilos como vais a estar y el Meltemi no se pase de la raya, ¡Anemoessa, Ventosa, era uno de los nombres antiguos de Limnos!, lo aplicaban también a alguna otra, pero de vientos sabéis vosotros bastante.
Salud y muchos besos… y eu non sei, ¡pra ista infirmidá miña n'hai remedio antros humanos!
ramiro
Hola Ramiro. Seguimos en Limnos, nos hemos quedado pegados y esta vez no ha tenido nada que ver el Limenarjio, como hace 20 años, que nos detuvieron por un mes a la espera de o me acuerdo que papelillo.
Yo creí que Anemousa era Skyros, de hecho es mucho más ventosa que Limnos.
Un abrazo y un vino de Limnos, para mí el mejor de Grecia.
¡Hola, suertuda! Anemoessa se lo aplicaron los clásicos a varias islas, también en el Dodecaneso y en las Cícladas, al parecer era más un título que un nombre propio.
Me acordaba de ese incidente que mencionas, pero esperaba paz esta vez. Me alegro, aún recuerdo cómo dormía el guaje, con un año, en el regazo de uno del Liméniko Soma en el Avra, donde me duele la falta de Zodoros como cualquier herida abierta… Aún tenemos varios amigos ahí.
¡Ay el blanco de Limnos, qué peligro, tiene fama en toda Grecia! Y tienen también un tinto de una variedad de uva, que es de una de cepas más antiguas de Europa, de donde proceden muchas de las que conocemos, con un sabor recio pero muy particular, único. Allí compraban vino los griegos que guerreaban en Troya…
Salud y buen rumbo, Samotracia está cerca, antes casi no había comunicación con Limnos, no sé ahora.
Besos!
La verdad es que para ellos Anemoessa debían ser la mayoría de las islas del Egeo, pobres, sin parte meteorológico y sin nada; ir a Troya era una vida.
El tinto no lo he probado pero prometo hacerlo.
Un abrazo.
La uva se llama Kalambaki.
Salud!
El probador detrás del camión y los dependientes escondidos a la espera del incauto cliente. jejeje. En la Andalucía de nuestra crisis comienza a verse de nuevo este tipo de comercio de viejo cuño capaz de llegar a cualquier pueblecito y no quedarse en ninguno.
Por cierto permíteme un comentario: Es cierto que descubrir por uno mismo los rincones, tabernas, recovecos y personajes es hacer tu propio camino convirtiendo tu viaje en hallazgo.
Pero ¡que sería de nosotros sin la experiencia de los que nos han precedido!
Asi que si no tienes inconveniente, continuo tomando notas para luego poder contrastar lo indicado por ti (y por otros) y lo experimentado por mi mismo. Seguro que tenemos tema de conversación para rato.
Saludos
Ángel
Claro que puedes tomar nota de lo que lees, Angel; así cuando vengas comparas con lo que tu habías imaginado.
La venta ambulante es muy corriente en Grecia, en algunos pueblos es la única forma de comprar sin utilizar el coche; tanto te venden zapatos, como macetas o sillas, a mi me encanta el colorido del camión.
Un abrazo
¡Esto no vale! ¿Pero no éramos un blog de navegación? ¿A que de los vinos? ¿Para ponerme los dientes largos? ¡Hala! Ya me toca ir a Limnos por narices. ¡Contento me tenéis Ramiro y tú!
Tomaros una botella de mi parte, de tinto y blanco y traeros una para cuando nos veamos.
Besitos a mogollón
Viriato
Lo intentaré, pero ya sabes: el vino en el barco "se pica".
abrazotes
Cuidado con el vino y las mujeres de Limnos. Según cuenta la leyenda, por no rendir culto a Afrodita, la diosa las castigó con un olor fétido que ahuyentó a sus maridos. Las lemnias se vengaron matándolos a todos. Más tarde, cuando llegó Jasón con sus Argonautas, decidieron acogerlos y unirse a ellos. Supongo que todo hubiera sido más sencillo si las mujeres de Lemnos se hubieran encontrado con un carromato como el de Patríes, donde quizá hubieran podido comprar un buen desodorante.
Un saludo y buena navegación.
¡Ah! y no tengas prisa por llegar a Samotracia, ni te decepciones si la encuentras pobre, porque sabes bien lo que significan las Samotracias. Eso sí, no te olvides de contárnoslo.
¡Los lemnios las tenían currando todo el día con glastro, que apestaba, mientras ellos folgaban con putas tracias jóvenes! Media Limnos era una "ralea", dicen, de niños sin padre. No lanzaron desde Pétassos a las tracias, lanzaron a sus hombres. Jasón se lo hizo con Miryna porque ella andaba ansiosa…, pero era un cagalabraga.
Bravo por las lemnias!
Salud, Juanjo.
ramiro
Error grave, rectifico: se lo montó con Hipsípila y no con Mírina. Disculpas.
Dos días sin poder entrar por aquí y ya veo que tenéis una bonita dicusión. De todos modos se adelantan los acontecimientos; vosotros estais en Limnos y el Blog en Agios Apostoloi, impacientes.
Yo siempre he pensado que la historia de Limnos y las mujeres podría ser una leyenda nacida de un rebelión masculina en esas sociedades matriarcales. Un Δεν αντέχω πιά!
Φιλλακια y claro que seguiré contando Juanjo.
A riesgo de chafarte algo de lo que prepares sobre Limnos, pido perdón de antemano.
Sólo soy aficionado no historiador, pero lo del matriarcado ¿no es más teoría romántica de Graves que realidad histórica? No hay quorum. Se acepta la matrilinialidad, no el matriarcado, creo. Pero tengo que reconocer que me gusta la idea de la Diosa, que debería ser antes del panteón olímpico, masculino y guerrero. Los pueblos invasores del norte. Pero lo poco que sabemos de los dioses anteriores no parece muy femenino, salvo lo relacionado con los cultos agrícolas, que no sería poco, del estilo de Perséfone. Todos esos dioses subterráneos ancestrales parecen sanguinarios y aterradores, los Kaviros de Samotracia y la propia Limnos se dice que hacían sacrificios humanos, claro que para las religiones actuales la mujer empezó teniendo rabo de diablesa… La Inmaculada aquella de Murillo pisa a la serpiente, que es como pisarse a sí misma, pues Mírina, Miriam, Mariam, Esmirna es María,… ¡un follón!.
En cuanto a la amazonas, me hace gracia cómo se pueden tracamundiar los mitos e imágenes, porque hoy pasan por prototipos de lesbianas y que yo sepa la mitología las pinta aguerridas pero necesitadas de hombre.
Dice Apolodoro en Las Argonáuticas:"¡Oh desdichadas mujeres con sus celos lamentablemente insaciables!"
Cuando llega Jasón con sus argonautas a Limnos, todas, viejas y jóvenes, están de acuerdo: "Y también a los demás invítalos a pisar la tierra y la ciudad, si quieren, sin temor y con ánimo amistoso". Y, "Razón para que vosotros vengáis a estableceros, y si tú quisieras y fuera de tu gusto habitar aquí, …". "Y no creo que tengas tacha que poner a esta tierra, pues las sementeras crecen más altas en ella que en otras islas cuantas en el mar Egeo tienen pobladores." Antes habló de "provisiones y vino gustoso"… Ellos aceptan la invitación, de momento.
En fin, los reciben a lo grande, "Y al momento disfrutó la ciudad de danzas y festines, del humo de los asados toda llena". ¡Aaajjj, Mírina mu, que me da algo!….
La despedida no fue menos calurosa. En la playa de Rihá Nerá (Aguas planas, tranquilas) donde fondeaba el Argo, las lemnias se derretían alrededor de sus amantes: "Y como cuando las abejas en torno a los bellos lirios bordonean…". ¡Qué bonito!, sólo por escenas y pasajes así ya habría que poner griego obligatorio desde primaria.
¡Yo creo que las que no aguantaban más eran ellas, Ana!, pero depende…, en esto también eu son galego.
Más besos!
Vale, me has pillado con lo de Graves; pero si que creo que tiene parte de razón cuando dice que la mitólogía y las leyendas no son más que la historia en forma de cuentos. Me has dejado con ganas de leer y saber más, gracias. Limnos y sus historias son apasionantes.