Ya escribí el año pasado por estas fechas (leer aquí la entrada) que la isla de Onassis había sido comprada por un millonario ruso como regalo para su hija; Ekaterina Ryvolovleva. La chica le comentó a papá que una íntima amiga suya, Athina Onassis, vendía una pequeña isla en el jónico, heredada de su familia materna, de la que no quería volver a oír a hablar. Fue por su 24 cumpleaños y a ella le hacía una ilusión tremenda pasearse como dueña por Skorpios, la glamurosa isla de Jaqueline-Kennedy-Onassis-Maria-Callas. Adueñarse de una tierra con historia es algo que a los ricos entusiasma; el dinero lo compra todo de forma rápida pero los cuentos de príncipes y princesas tardan más tiempo en escribirse. Hablamos de ricos muy ricos, sin fama ni laureles heredados, pero que bien se pueden crear a base de billetera. Ya descubrió el mismo Aristóteles Onassis lo de que si quieres ser popular debes rodearte de gente notoria. Él lo llevó hasta el extremo de casarse con la heredera más rica, enamorar a la diva más importante y volverse a casar con la viuda más celebre del momento; así consiguió la gloria.
Todavía resuenan en las montañas los ecos de las grandes fiestas que organizaba el mismísimo Onassis con insignes invitados de nombres solemnes que inmediatamente originaban nubes de flashes y fotógrafos de la prensa rosa persiguiéndolos a todos con teleobjetivos de metro. Mientras tanto hacía negocios. Como una enfermedad contagiosa, Ekaterina parece perseguir el mismo plan; emulando a su antiguo dueño ha montado un auténtico sarao para celebrar su 25 cumpleaños. Lo ha hecho a lo grande; gastando la pequeña cantidad de 4 millones de euros en preparativos. Conozco a gente que lleva más de 5 meses trabajando en la isla para la organización del gran evento que se ha dado en llamar “El party del año”. Un poco exagerado el calificativo; dados los tiempos que vivimos, ser algo del año requiere mucho más mérito ¿Acaso ha sido trending topic? Más de 60 personas vivían o viajaban a diario pendientes de las preparaciones. Todos estos están encantados. Me comentaba un amigo que incluso tiene gente de servicio encargada de cuidar la flora y fauna de la isla. Que afortunadas las serpientes y lagartijas de Skorpios, las ovejas, los pavos salvajes que corretean a su antojo. Podrían haber nacido en Atenas y simplemente se los habrían merendado.
También conté en anterior ocasión el empeño de Onassis en congraciarse con los habitantes vecinos¸ hubo algún cabrero desterrado que le juró muerte eterna; él simplemente sacó el talonario y le tapó la boca. Poco a poco se convirtió en un prócer de la zona y de todo Grecia; a pesar de que, en fin, esas fortunas inmensas no se consiguen nunca limpiamente, no salen las cuentas.
La fascinación de la Ryvolovleva por el antiguo dueño de Skorpios le hace seguir a pies juntillas el guion. Ha regalado una ambulancia nueva para el hospital de Lefkada y una flamante patrullera a la capitanía de puerto; instancia militar en Grecia; para que no se les cuele ningún maleante en patera. También ha dicho a sus invitados al cumpleaños que no le hagan ningún regalo, que lo donen a obras de caridad para niños.
para participar en “la búsqueda del tesoro”; que podía encontrarse tanto en la
tierra como en el mar. Quien lo hubiera pillado de niños, aunque fuera en una
isla recortable ¿Verdad? tanto mejor en una isla de tierra y agua. Ataviados como piratas, con pistolillas laser y con
dispositivos último grito que emitían señales sonoras o luminosas cuando el
rayo les alcanzaba, declarándoles fuera de juego, corrían por los senderos o
nadaban por las bahías entre risas, bromas y pavos asustados. Es más, para
hacerlo real de verdad, amarraron un barco pirata, con tibias y calaveras. Ni
Stevenson podría haberlo recreado mejor.
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Foto oficial de la fiesta |
trasladada al hospital de Lefkada; el de la ambulancia nueva; donde un equipo
médico suizo, de uniformes níveos, muy almidonados y crucecitas rojas sobre
fondo blanco esperaban atentos; contratados expresamente para cubrir las urgencias
del evento, ante la duda de que la sanidad pública helena, con los tiempos que
corren, pudiera hacerse cargo. Debió ser ante el estupor de los médicos y
pacientes griegos del día a día, porque conozco el hospital y allí no cabe
mucha gente. Pero supongo que ante el famoseo y el ricachón, las enfermedades
comunes aflojan, pues son prescindibles.
celebrar su aniversario en Skorpios por el gran apego que le tiene a Grecia; se
siente muy cerca de su pueblo. Yo es que soy muy descreída y estos espectáculos
feudales de las bodas de Fígaro y del conde de Almaviva me pueden. Además, lo
que echo en falta es una voz lírica cantando “Casta Diva” a lo Callas; mi punto
flaco de toda la historia. Que me perdone Beyoncé pero Anna Netrebko, la
soprano rusa más codiciada del momento, hubiera sido más apropiada si de seguir
la costumbre se trataba.
A Skorpios se le presenta una segunda o
tercera vida de sociedad y en muchos negocios de los alrededores, los nietos de
aquellos que servían a Onassis se vuelven a frotar las manos. La isla,
reverdece a la espera de que se aburran otra vez de ella y de que pavos vanidosos dejen de picotearle las entrañas..
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Skorpios al fondo, con el barco de invitados |
Apreciada Ana,
Ya me ha gustado el título, con reminiscencias a aquella magnífica novela de Evelyn Waug (quizá solo yo haya pensado en ella, pero es que Waug, tanto en sus obras ligeras y humorísticas, como en aquella rara novela -por ser muy distinta a sus otras creaciones-, me gusta mucho).
¡Qué distintos los ricos de entonces! ¿Cómo comparar a la alta sociedad de las obras de Waug o de las de Scott Fitzgerald con los nuevos millonarios rusos? (sin ánimo de ofender a estos, por si alguno lee tu blog)
Puede que no fueran tan distintos y que yo los vea así por la lejanía en el tiempo y, sin duda, porque cobran vida desde las páginas de grandes escritores.
Encantado de leerte.
Un saludo
Hola Esteban; no he leído el libro de Bridshead Revisited, supongo que te refieres a el; pero procuraré hacerlo. El titulo también hace referencia a un disco de Dylan que me gustaba mucho: "Highway 61 revisited".
Los ricos no cambian, siempre son iguales los Onassis, Gran Gatsby o el conde feudal, que celebran sus ceremonias con todo boato mientras al pueblo le ofrecen las migajas del convite. Pero el tiempo les deja una pátina dulce que desdibuja detalles y nos hace creer que los de antes eran más románticos . Siempre serán ricos en sus castillos y los demás pobres. La eterna historia revisited sin parar.
Oye, ¿la Sarapovapotonera esta, ahora que está tan enamorada del mundo heleno, nos dejará fondear en su islita, o es demasiado contacto con el populacho?
Lo digo por que después del detallazo de la ambulancia y los regalos a los pobres, igual se le ha ablandado el corazón con los charteristas.
Un besazo
Viriato
¿Para qué preguntas, Cesar? Supongo que no. Pero, personalmente, se me da una higa lo que pueda ocurrir con Skorpios, nunca fue una isla que me diera buenas vibraciones; La Callas lo único aceptable que se oyó por la zona.
Tu, de verdad, con el corazón en la mano ¿que isla te comprarías si fueras riquísimo? Yo un meño en medio del mar de Bering.
Abraciños
Joder! Ekaterina no me ha invitado! Ana, te veo un poco escéptica con esto del "resurgimiento" de Skorpios!! Y, aquella invitada herida… ?? Seguro que le sacaron el "pinchito"…
Un besote
Seguro que le sacaron el pinchito como a ti, que todavía me acuerdo de como te pusiste la pierna de erizos. Pero, ahora que recuerdo…el enfermero que intentó asistirte, no era suizo, pero algo tenía.
Te espero, muchacha.
Bueno, como siempre hago el comentario y no estoy conectada. Decía que no nos hizo falta la ayuda de aquel "enfermero" (italiano??), más bien, nuestras asistencias personalizadas a bordo, rechazaron la opción!!
Me gusta, Ana, tiene tu mala leche con esas gotas de glamour a la brava, y siempre la dramática María paseando descalza con un skorpión al acecho entre la arena, puedo oírla ahora…
Besos.
ramiro
Que gustazo, Ramiro, de volver a leer tus comentarios.
Mala leche ¿Yo?
No viene a cuento pero me acuerdo de la escena de la película "air bag", con el Albert Pla oficiando una misa; en el momento de la consagración, mientras esnifa sustancias dudosas exclama:
¡Rediós!
Pues eso, bienvenido otra vez
Besotes