Aquel hombre nos reconoció después de algunos años.
–¿Otra vez aquí? -dijo, con una sonrisa de complicidad fraternal- Yo vine por amor y me quedé por pasión ¿Y vosotros? –añadió– Cuidado, los lazos de esta isla se atascan y se lían para no dejarte escapar, a muchos les hace volver una y otra vez, como a mí. Los que vienen enamorados sellan su unión para siempre, pero aquellos que dudan de sí mismos, se separan tarde o temprano al pisar estas rocas. Hay una fuente, ahora os digo dónde, de la que si bebes cada vez tendrás más sed. –Movió la cabeza arriba y abajo y amortiguó la voz hasta convertirla en un cuchicheo, como si temiera que alguien ajeno le fuera a tomar por loco.
Imaginé que si bebíamos nos traería la maldición de las aguas arnisias, las aguas de Lete, el rio del Hades que hacía olvidar el pasado a todo aquel que las bebía. Los muertos. O peor, las aguas del río Mnemosine, también en el Averno, que hacían recordarlo todo, hasta aquello que queremos ocultar. Fuera lo que fuese aquel manantial, había que estar precavido para las consecuencias imprevisibles.
Skyros es una isla partida en dos, por un lado es una Espórada verde, de pinos hasta sus orillas y por otro una Cíclada, una roca vacante y lunar donde no hay más sombra que la que uno crea con su presencia. El Meltemi la azota sin compasión, pero las lluvias del norte la riegan y la sofocan. El ying y el yang, géminis, la ambivalencia, el Lete y el Mnemosine, Marte y Venus.
Según la leyenda, en Skyros escondieron a Aquiles cuando era niño. Tetis, su madre, consciente de que moriría en una guerra, lo ocultó disfrazándole de muchacha, pero Odiseo, el rico en ardides, le descubrió y se lo llevó a Troya con sus caballos. Ulises se hizo pasar por un vendedor, llevaba en su canasta diversas mercancías como tejidos hermosos, abalorios y perfumes. Las jóvenes de la isla se entusiasmaron con el muestrario, menos una que solo mostró interés por una pequeña espada; así se desenmascaró al Aquiles travestido. Aquí me juego el pescuezo, porque mi amigo y homerista Nikos Kabanis, como diga algo inexacto me va a leer la cartilla, pero es un riesgo que corremos los viajeros escritores de historias al vuelo; qué nos saquen los colores.
La parte árida de Skyros se llama Limnares, la tierra de Ares, el dios de la guerra, Marte para los romanos. Por ella corrían libres los caballos en el invierno, para hacerse fuertes y robustos; regresaban en verano a sus establos, sedientos y acalorados, para ayudar en la siega de las mieses y la faba.
Los caballos de Skyros pertenecen a una especie única de equinos de pequeño tamaño que en algún momento se criaron por toda Grecia y que al parecer fueron importados a la isla por Alejandro Magno, o incluso antes de él y luego utilizados para labores en el campo y tradicionales carreras de carros. Es posible que el caballo representado en el friso del Partenón sea un potro de Skyros, descendiente de los caballos que navegaron hasta Troya con Aquiles. Parecen animales encogidos, muñecos de niños, pues a diferencia de los ponis de robustas patas, los miembros de los caballitos de Skyros son proporcionados y semejantes a los de los grandes corceles.
Limnares es una tierra extraña y quieta, deshabitada y pétrea; donde las cabras salvajes comen y moldean las encinas hasta dejarlas convertidas en bonsáis endebles, si no crecen más acabarán por morir, pero si se espigan vendrán los rebaños y las podarán hasta sus troncos; el dilema del equilibrio. Como la ponderación entre el turismo que trae ingresos y la conservación del medio. En Skyros, felizmente han optado por lo segundo haciendo de la naturaleza una forma exquisita de ver la vida.
Unos días antes habíamos fondeado al sur de Skópelos. Era una cala bonita, como todo en las Espóradas, con los pinos peleando por asomarse al mar, ese mar cristalino de tonalidades de azules degradados. En la playa, repleta de tumbonas y sombrillas, había un beach club con música chill out a un volumen considerable. Los clientes tomaban combinados de nombres caribeños mientras charlaban y bailaban al borde de, ¡una piscina! La pregunta es inmediata: ¿Quién en su sano juicio viaja hasta Grecia, se traslada hasta Skópelos y se baña en un pilón caliente mirando, desde lejos, la claridad de un mar fresco, salino y sombreado por los árboles, con entretenidas rocas para fisgar? ¿Para eso habían atormentado la costa y talado los pinos? El turismo puede o no ser dañino, pero los que atraen a los turistas de esa manera son puro veneno.
La mitad norte de Skyros es verde y delicada. Recuerda a Afrodita, Venus para los romanos, emergiendo sobre las espumas que crea el viento y el mar agitado sobre los bajíos e islotes que rodean la isla como un sistema solar. La diosa bella y despiadada que podía provocar el amor y la pasión en cualquiera que la mirara.
Afrodita era insensible a sus adoradores e infiel a su marido Hefesto, el dios deforme y malhumorado que fraguaba y trabajaba el metal. El desliz preferido de Afrodita era Ares; un tremendo amante, porque cuentan que medía cerca de 180 metros. Hefesto fue informado del adulterio por Helios, el dios del sol. Diseñó en su taller una red dorada de cadenas invisibles y la colocó sobre el lecho para atraparlos. Ares mandó a su siervo Alectrión que le despertara antes de la salida del sol, pero Alectrión se quedó dormido y el despechado marido los sorprendió en pleno lance amoroso. Aunque Ares pareció no inmutarse, como castigo convirtió a Alectrión en gallo para que no se despistara y cantara todos los días al amanecer.
La parte venérea de Skyros es una gloria para la vista, el gusto y el olfato. Los días de calma el mar se ondula y se oscurece alrededor de los farallones, protegiendo a los animales marinos de las barcas voraces que se lanzan en su búsqueda. Los días de viento, el mar se enfurece y se aclara con olas blancas que persiguen a los barcos. Los pinos y el espliego, sople o no el Meltemi, se agitan como un incensario, perfumando los caminos y a los pequeños caballos que mueven sus cabezas espantando las moscas tozudas. Toda la tierra emite una reposada sensación de bondad y la sola contemplación bien valdría el viaje, pero además las tabernas tienen nombres que nutren con expectativas: Κυρα Καλή “La señora buena”, Ιστορίες του Μπάρμπα, «Historias del abuelo», y las potas con kritharaki, sepias con garbanzos, pulpos con cebollitas y sopas de peces horrendos, deformes y sabrosos se sirven sobre las mesas de las personas que admiran el espectáculo con los carrillos bien llenos.
Afrodita y Ares juntan sus manos donde se estrecha la isla y se encarama la Jora por la montaña. Al otro lado hay un puerto impecable donde los barcos flotan sobre una nada cristalina y los chavales, a la salida del colegio, se sumergen buscando pulpos bajo las barcas. Todo está en el sitio preciso, con el color preciso y la luz adecuada para provocar felicidad.
Entendí lo que había dicho aquel hombre. Los lazos de la isla y las redes de Hefesto, el insoslayable hechizo de Venus, y la potencia terrible de Marte. Las aguas no las bebí, porque me dio miedo de no poder recordar y no poderlo contar.
Καυτά τα σώματα
εφτά τα χρώματα
τα ξημερώματα
δες την ίριδα τόξο στην νύχτα
Κοινές οι τύχες μας
κι οι Αφροδίτες μας
εννιά οι πλανήτες μας
και χορεύουν μαζί μας στην πίστα
Αγκαλιά
και γυρνάμε και πάμε αγκαλιά
στον χορό των άστρων
πάντα θα λέμε το ναι
πουθενά
πουθενά δεν χωράμε
στη γη πουθενά
ο χορός των άστρων Θεέ μου
ας μην πάψει ποτέ
Και ζαλιζόμαστε
παραδινόμαστε
κι όσο δινόμαστε
δυναμώνει η τροχιά γύρω γύρω
Πετάω και πετάς
μεθάω και μεθάς
τι θαύμα ν’ αγαπάς
μ’ όλη αυτή την αγάπη τριγύρω
Los cuerpos ardiendo
siete colores
el amanecer
ves el arcoíris en la noche.
Compartimos nuestras fortunas
y nuestras Afroditas
Nueve son los planetas
y bailan con nosotros en la pista
Abrazo
y giramos y seguimos abrazados
Al baile de losatros
siempre diremos que sí.
En ninguna parte
en ninguna parte cabremos
en la tierra en ninguna parte
El baile de los astros, Dios mío
qué no pare nunca.
Y nos mareamos
nos rendimos
y según nos entregamos
aumenta la velocidad alrededor.
Vuelo y vuelas
me emborracho y te emborrachas
Qué maravilla amar
con todo el amor alrededor.
Perdona mi ignorancia, pero, hala, otra vez corriendo al Google Earth… Parece que alguien la soltó desde arriba para hacerla caer en medio del Egeo.
Otra para la lista, ya estoy perdiendo la cuenta de mis visitas obligadas para el día que me toque.
Cuando hablas de la madre de Aquiles me es inevitable ver la imagen de Angelina Jolie… cosas del cine. A veces me lío entre tanto dios, y personaje real.
Un saludo y sigue contándonos esas leyendas, me encantan.
Sí, es verdad, a ella y a toda una miriada de islas, islotes y piedros que se encuentran alrededor; una gozada para los que les gusta bucear. No aumentes la lista, empieza por la que más te venga a mano porque seguro que te sorprenderá.
Es normal que Brad Pitt haya quedado asimilado a Aquiles, pero creo recordar que Tetis era Julie Christie. La Angelina ¿No era la madre de Alejandro? Qué lío.
Hollywood tiene esas cosas, para mi Cleopatra siempre será Liz Taylor, aunque en realidad debía ser mucho mas morena y con la nariz aguileña.
Un abrazo, Fernando. Y me tienes que contar como haces el escabeche para que no salga muy fuerte.
Hola Anuska, al leer el nombre de Skiros, me viene a la cabeza otra entrada tuya, en la que comentabas que estuvisteis en el puerto con amarre, wifi, y no recuerdo si luz y agua gratis, todo gracias a los comerciantes del puerto, inversión que veían devuelta por todos los navegantes que iban a sus establecimientos a gastarse el dinero que se ahorraban. una inversión inteligente, no como en nuestras queridas Baleares . Sigue igual?
Yo ya te conté que pasé por Skiros perdiendo aceite, pernoctamos fondeados en su Bahía resguardada, y por la mañana salimos zumbando camino de el continente en busca del mecánico. Tuvimos la suerte de esos raros días en que el Meltemi se había ido de vacaciones. Imagino que ya sabes la conclusión; tengo que volver, ya me has puesto por segunda vez los dientes largos.
Lo de Ulises y Aquiles, a día de hoy, tal como están las cosas, no es nada políticamente correcto. Eso de que las niñas prefirieren abalorios y los niños solo espadas… A ver si no te cierran el blog.
Oye, que no te comenté en la anterior entrada y ahora en esta, me gustan mucho los dibujos que estás poniendo. Son muy bonitos, lo mismo que esta entrada.
Un beso muy gordo para los dos
Viriato
Sigue igual pero mejorado. Ahora cobran, antes cobraba la capitanía, pero por 22 € día, para mi barco, tienes una marina cinco estrellas. Sale una zodiacc a recibirte, tienes agua, luz, lavadoras, internet, book swap ya hasta una web que en tiempo real te muestra si hay o no sitio en el puerto. Como ves, en algunas comunidades hay vida inteligente; espero que no venga algún listo a cambiarlo todo, a dar una concesión y a ampliar el puerto. Eso sí, prohibido el uso de los WC y de fregar, pero a cambio tienes unas aguas impolutas. Yo firmo.
iiiiYYo!!!!