Cuando nos enamoramos de algo o de alguien lo hacemos por un conjunto de cosas, no una sola. Pero hay un momento, un hecho, un instante que nos hace caer en la cuenta que nuestra química ha cambiado y que a partir de ese segundo la separación se alzará ante nosotros como una montaña inconmensurable, incomprensible, absurda.Grecia fascina a muchos por diversas razones, las tiene abundantes; los hay hasta que tienen Pasiones Griegas consolidadas y contagiosas; culpables de muchos blogs. Pero siempre hay un momento, un instante, un hecho…
Hace ya muchos años tuve que coger un autobús desde Préveza hasta Atenas; 7 horas de trayecto esperado, 9 de real. Los autobuses de la KTEL son estatales pero cada municipio tiene los suyos propios. Eran otros tiempos, tiempos de dragmas y tiempos donde a Préveza no iban muchos turistas y tiempos, por tanto, en los que había pocos autobuses. Se vendía dos tipos de billetes: completos, con derecho a sentarse y ¿Como los llamaría yo? los «incompletos». Si el autobús se llenaba, los pobres “incompletos“ iban de pié. El autobús se llenó.
El rechoncho autocar resoplaba en cada curva, subía montañas, bajaba valles y paraba en toditos todos los pueblos que encontrábamos. Y paraba si el Pope tenía que recoger un paquete y paraba si alguien le daba el alto por la carretera y paraba si una madre suplicante arrastrando a un niño impaciente se lo pedía – No puede aguantar más la criatura-.El sol iba subiendo y la temperatura dentro del autobús del mismo modo. Los pasillos llenos de cestas de huevos a punto de implosionar, de garrafas de vino, de frutas multicolores y botellas de agua que corrían de asiento en asiento. Los ”incompletos” suspiraban, se sofocaban y se apoyaban en cualquier respaldo. Era como una olla de garbanzos.
Pero antes de que alguien sucumbiera, se desmayara, apareció un espontáneo y cedió su asiento a uno de los que viajaban de pié
–Siéntese usted por un rato-.
Luego surgió otro voluntario y más tarde otro…y otro y otro. Todos los «incompletos» tuvieron su periodo de descanso que agradecían con efusividad, mientras los voluntarios permanecían de pie hasta que alguien les cediese el asiento o volvieran al suyo propio.
En algún momento de este viaje, no se cual, tuve la certeza de que me había enamorado y de que mi relación con Grecia no era cosa pasajera. Miraba embelesada algo que fui constatando a lo largo de mis sucesivos regresos al país y de lo que podría poner cientos de ejemplos: la capacidad de autogestión de esta gente.
El estado griego era pobre, hoy miserable, pero ellos inventaban una forma alternativa de funcionar que suplía esas carencias; la solidaridad como sistema de sobrevivir en aquel autobús y que luego exportaban, pude verificarlo, a la vida en general.
Los griegos nos dejaron su famosa invención de la democracia, pero idearon también la autogestión y yo me enamoré de ellos.Y ahora que me vuelvo para allí, lo hago con el corazón encogido y la duda de si algo habrá cambiado. Os lo contaré. Cuando pueda. Desde Grecia.
Los problemas y las dificultades siempre despiertan sentimientos hermosos, como la solidaridad. Espero que la encuentres otra vez en este nuevo periplo helénico.
Te seguiremos leyendo.
Καλό ταξίδι και καλό καλοκαίρι!
Yo tambien lo espero. Y espero que tu nos apasiones nuevamente. Tienen que venir tiempos mejores…hay que esforzarse en ello.
Buen viaje, Ana… Justo el otro día hablaba con una amiga de los grupos de gente que en varios pueblos y ciudades de Grecia se han organizado para, ante la incapacidad económica de sus ayuntamientos, engalanar sus calles, comprando flores y plantándolas en esos parterres que andan tan tristes y monocolores los últimos tiempos. Que informan a los vecinos de que si dejan la basura en cualquier sitio no habrá nadie que pueda pasar a recogerla. Y muchas cosas más. Gotas de autogestión y de vida.
Un abrazo, hoy nostálgico.
Como me alegra leer esto que cuentas.
Esta claro: los griegos no inventaron la democracia por casualidad si no por que tiene los genes necesarios, los de la civilización.
Hay tantos ejemplos hermosos, como el que dices, de su capacidad de autorganizartse que llenaríamos libros enteros.
No se como empezar, si desearte buen viaje, felicitarte de como escribes, emocinarme. No me quito de la cabeza a los Griegos (ni a los Portugueses, otro pueblo al que le tengo un profundo aprecio). Si la globalización que nos han vendido es esto, yo me bajo en la siguiente. Mete los pies en el Jónico por mí y brinda por el Viriato con una buena catidad de vino blanco. Hecha de menos esas aguas.
Un besazo
Viriato
No lo dudes: lo haré. Varios kilos de krasí aspro a la salud del Viriato.
Recuerdo mi 1ª experiencia de Atenas a Lefkada. No sé cuántas horas tardamos, pero no me aburrí ni un solo instante (y sin entender ni papa) El autobús iba completo, pero entonces hizo su 1ª parada: desplegaron un asiento al lado del conductor y allí se sentó una mujer toda vestida de negro y pañuelo cubriéndole la cabeza. Otra parada… no puede ser, pensé, aquí no vabe nadie más,…milagrosamente apareció otro asiento. El ambiente era festivo total, el conductor y los nuevos pasajeros no paraban de hablar y reirse. Bueno, ya estamos todos, me dije. Sí, sí… ¿otra parada?…y otra, y otra… El autobús se llenó de incompletos. La temperatura interior subía, el humo se podía cortar (yo tb contribuía a ese humo), el sonido de la radio, apenas perceptible, las risas, unos se levantaban, otros se sentaban… Todo un periplo inolvidable!
Bueno, Anita,…buen viaje y muchos besitos.
Yo también espero, Ana, que en estos momentos tan difíciles los griegos no pierdan virtudes como las que comentas.
Tu artículo me ha hecho recordar otro viaje en autocar, en Creta, en Agosto, desde Jora Sfakion hasta Janiá, con el autocar repleto, por carreteras de montaña. Al final lipotimias y desmayos, pero no hay problema: el autobús se desvía de su ruta hasta un hospital militar y los médicos suben para atender in situ a los afectados. Ni una queja, ni una protesta de los pasajeros por el retraso o la incomodidad de viajar varias horas de pie. Al contario, todos contentos, tomándose los inconvenientes con una sonrisa.
Creo que una de las mejores maneras de conocer Grecia y disfrutar del viaje son estos autocares de la KTEL. No sé si habrán cambiado mucho, pero yo he hecho con ellos alguinos trayectos inolvidables.
Un abrazo y buen viaje.
¡Que bueno Juanjo! esa historia del hospital militar, me lo puedo imaginar. Desde luego se necesitaría leer una enciclopedia temática de la KTEL para comprender este pais.
Vale, como veo que esto se anima aqui va otra de autobuses, esta vez urbanos.
Atenas, 5 de la mañana, subo a el autobus, sin poder comprar el billete a esas horas y le pregunto al conductor; este, como buen ateniense, balbucea palabras ininteligibles y mira hacia otro lado. Al instante y como un resorte, se levantaron varios pasajeros blandiendo billetes para ofrecerme.
Cuando intente pagarles el precio del billete me ofrecieron uno de los mayores Οχι (No), que yo haya visto jamas, como solo ellos saben hacerlo, con ojos, nariz y toda la cabeza.
Tu precioso relato, me ha llevado a recordar mi primer viaje en autobus por Grecia. Era el año 1979 y en la isla de Egina, tomamos ( por si lo lee algún argentino ) un autobus que subia al templo.Cuando iniciamos el descenso, el conductor haciendo alarde de su pericia, tomaba los callejones a tal velocidad, que por un momento creimos ser barco-bus.Nunca lo olvidaré.Mmmmmmm Grecia
Hay para escribir un libro entero sobre los viajes de la KTEL. Muchos besos, desde Lefkada, donde aparentemente la crisis no existe, no paran de construir.
Bienllegados a Lefkada. Pués que dejen de construir que Manhattan está muy bien donde está, pero no queremos una 2ª Manhattan. por lo demás…¿todo bien? la casa, la Maga y el terrorífico demonio de Tasmania, ¿sigue por ahí?.
Un besito.
El demonio de Tasmania sigue comiendo zanahorias y la higuera nos come e nosotros.
Como siempre, una delicia leerte Ana. Ansioso por conocer un país que no conozco y del que, como tu hiciste, seguro que me enamoraré.
Gracias Ricardo. Seguro que no te decepciona.