Las fotografías son milisegundos de la vida de las personas, casualidades que se juntan en un momento, el del clic, paisajes petrificados para el recuerdo; luego… la eternidad.
Esta imagen es exactamente eso, un instante nuestro y un Palermo detrás, inmóvil, como un decorado. Tiene algunos años, unos pocos, no la había visto hasta ahora que me la ha mandado un amigo y ha dado luz a unos cuantos recuerdos. Pertenece a uno de los múltiples instantes de un transporte que nos habían encargado a Grecia. Nos refugiamos aquí huyendo del temporal.
Tiene la foto una curiosa simetría, no se si por azar, de los verdes a un lado y los azules al otro y un jarrón con una flor; creo que de plástico; que parece salir de mi pelo. Una ausencia; la de las copas de plata donde bebimos el vino; no entiendo porque no salen sobre la mesa, pero estaban, lo puedo asegurar, porque ellas fueron uno de los motivos por los que nos sentamos aquí; ellas y el mercado de Palermo. Viva la decadencia.
Soy muy folclórica; algún día me crecerá una peineta con mantilla y todo en la cabeza; pero alguien más me debió apoyar, porque acabamos sentados aquí a pesar de las múltiples protestas ¿No estamos en Palermo? Pues ¡Toma Palermo! Así que me tuve que tragar los gusanos de la ensalada y la pizza casi desierta sin rechistar. Pero Ahhh, esas copas de plata llenas de vino rosso…como la sangue (leer con diéresis por favor) oyendo el vocerío del mercado bien lo valían.
En el barco, circulaba el libro de Nikos Kazantzakis , Zorba el griego, que nos fuimos pasando los unos a los otros hasta dejarlo temblando y desencajado. Y la discusión era con cual de los personajes te identificabas más: con el vital y primario Zorba o con el intelectual y cultivado Basil. Dado el nivel enconado y ruidoso del debate, a penas nos dimos cuenta que un muchacho se dirigía hacia nosotros.
– ¿Son ustedes españoles?
– Sí.
– Ah, estupendo.
Y desapareció mientras nosotros seguíamos a lo nuestro. No le prestamos mucha atención, pero al poco tiempo se acercó otro hombre algo más mayor.
– Mi hijo me ha dicho que son ustedes de España.
El hombre hablaba tan bajito que casi no podíamos entender su italiano y miraba, como buen siciliano, a izquierda y derecha; debe ser una medida de precaución que adquieren en la infancia.
– ¿De que parte de España?
– Unos de Madrid, otros de Valencia y otros…- No pudimos acabar.
– Oh Dios mío.- Dijo el hombre; se le veía emocionado. – Tengo que pedirles un favor.
– Usted dirá
– Mi padre luchó en la guerra civil española. Cuando estaban a punto de apresarle un hombre lo escondió en su casa, le dio de comer y lo trató como a un hermano; en Valencia. Después de la guerra regresó a Sicilia y juró que le devolvería el favor. Toda su vida ha tratado de ahorrar para viajar a España, desgraciadamente murió hace un año y me encomendó a mí cumplir el juramento. ¿Podrían ustedes buscar a esta persona o a su familia? Yo le escribo pero me devuelven las cartas.
Nos tendió un papel bastante arrugado escrito en una caligrafía rebuscada. Se le veía nervioso.
Nosotros le prometimos que haríamos lo que estuviera en nuestra mano para localizar al susodicho; lo que siempre se dice, claro. El nos invitó a algunos amarettos y nos apuntó en un papel su dirección y la de la persona a buscar en Valencia. Nos despedimos con la efusión propia del vino y los licores y nos fuimos.
Ya en el barco hablábamos de las tradiciones arraigadas de la gente, de cómo un favor por devolver se pasaba de padres a hijos, del honor, de la Italia del norte, de la Italia del sur, de la Sicilia tradicional, de la España oscura…
¿Como habeis dicho que se llamaba el tipo?
La letra con que nos había escrito la nota era difícil de entender y no recuerdo el nombre, ni la dirección. Pero si que al final ponía claramente: Palencia.
¿Y ahora que hacemos?
Hoy toca Pietra Montecorvino; ni griega ni siciliana pero… mediterránea del sur al fin y al cabo; de Napoles. La canción es de Eugenio Bennato y se llama Sur Grande.
Grande sud che sarà
quella anonima canzone
di chi va per il mondo
e si porta il sud nel cuore.
C’è una musica in quel treno
che si muove e va lontano
musica di terza classe
in partenza per Milano
c’è una musica che batte
come batte forte il cuore
di chi parte contadino
ed arriverà terrone.
C’è una musica nei sogni
di chi dorme alle stazioni
negli antichi sentimenti
delle nuove emigrazioni
c’è una musica nel viaggio
dalla terra di nessuno
di chi porta nel futuro
i tamburi del villaggio.
Grande sud che sarà…
Grande sud che sarà
quella musica del ghetto
di chi va per il mondo
col suo ritmo maledetto
C’è una musica in quel sole
che negli occhi ancora brucia
nell’orgoglio dei braccianti
figli della Magna Grecia
in quel sogno di emigranti
grande come è grande il mare
che si porta i bastimenti
per le Americhe lontane
Grande sud che sarà….
E sarà quel racconto
E sarà quella canzone
Che ha a che fare coi briganti
E coi santi in processione
Che ha a che fare coi perdenti
Della civiltà globale
Vincitori della gara
A chi è più meridionale.
Grande sud che sarà….
Gran sur ¿que será
esta anónima canción
del que va por el mundo
y lleva al sur en su corazón?
Es una música del tren
que se muelve y se aleja
música de tercera clase
en destino a Milán.
Es una música que late
como late fuerte el corazón
del que partió campesino
y que llegará a terrón (despectivamente sureño)
Es una música de los sueños
que duermen en las estaciones
de los antiguos sentimientos
de la nueva emigración
Es la música del viaje
desde la tierra de nadie
del que lleva hacia el futuro
los tambores del viaje
Gran sur ¿que será…
Esta música del gueto
de quien va por el mundo
con su ritmo maldito
Una música en la que el sol
que todavía quema los ojos
del orgullo de los trabajadores
hijos de la Magna Grecia
del sueño de los emigrantes
grandes como grande es el mar
que se llevaron sus barcos
a la América lejana.
Gran sur ¿que será…
Y será esta historia
y será esta canción
que tiene que ver con ladrones
y con santos en procesión
que tiene que ver con los perdedores
de la aldea global
vencedores en la carrera
de ser el más meridional.
¡Ay el amaretto!…, es verdad que a veces tiene que pasar el tiempo para que uno acierte a captar la potencia de algunos encuentros, y la euforía alcohólica no siempre es la mejor consejera. Es una historia agridulce por ese final triste, pero tuviste valor para contarlo y eso te honra. Y con la potencia de esta Pietra que nos pones en la travesía enderezas del todo el rumbo.
Ade yasu, picolina.
La Pietra es excesiva, me encanta;Felini la hubiera contratado de por vida.
Las fotos son así, te pueden hacer llegar un monton de anecdotas, algunas distorsionadas, pero que más da ahora.
¡Qué recuerdos, que foto!. El restaurante Shanghái (no se si bien escrito) al que se acedía por la cocina en la que una mamma cocía spaghetti junto a su hijo tonto. Ese día cumplía treinta y cinco años. Dios Ana es como un regalo. qué coño, es un regalo. Bocadillos de hígado venenoso, chicas de la mano con faldas por la rodilla, pelo carbón recogido en coleta y mirada huidiza, bares en los que dejaban de hablar en cuanto te veían, el ejercito patrullando la ciudad, chicos con gafas oscuras sobre motos en marcha vigilando en las confluencias de las calles, huelga de tabaco… Palermo de mis entretelas, que nostalgia. La última vez que estuve la ciudad seguía igual, solo que descafeinada de emociones. ¿O serán mis recuerdos? En mi vida he tragado más agua salada que metiendo a puro motor, contra un siroco de cojones, el April en la bahía de Palermo. Que guapos estábamos. ¿Y yo leí Zorba el Griego? No me acuerdo. Un beso
Viriato
No, tu no lo necesitabas. Tú te caiste en la marmita de poción mágica cuando eras pequeño y eres inmune a los Zorbas .
Salud Ana y demás. No había entrado en el blog porque estaba en el Looki y allí se nos pone difícil lo de la navegación virtual, a cambio ejecutamos la real y salimos ganando francamente. Lía, mi hija quiere tv e internet en el barco y nosotros seguimos fieles a lo de leer y navegar, navegar y leer. De todas maneras el mundo va muy deprisa y a veces para no perder comba es mejor ceder en algunos terrenos.
En la foto falta el Vila que es quien la hace y yo también me había fijado en la composición. La verdad es que el chico apuntaba maneras y ahora -la verdad- sigue haciendo buenas o mejores fotos.
Como dice Cesar, ¡que recuerdos!. Cuando el Vila trajo las fotos a casa rememoramos ese viaje, recordamos el uno al otro y el otro al uno peripecias olvidadas. Ahora vosotros traéis aquí alguna de las mejores como la del soldado fascista, la mamma en el Sanghai, los bocatas de vísceras que nos comimos el Cesar y yo y que creo no pagamos porque nos invitaron los parroquianos porque decían que los españolos no teníamos … para comerlos. No conocían los puestos de gallinejas en el viejo Madrid, je, je. Por cierto Ana, el hombre que ayudó al soldado era un niño, el soldadito tampoco tenía que ser mucho mayor ¡ay, las guerras!. Algo investigamos y resulta que ahora era catedrático de historia o literatura en un Instituto palentino pero… no nos pusimos en contacto con él.
Por mi parte quiero recordar aquí el atardecer de un día mágico entre los templos griegos de la cornisa de Agrigento, otro lugar en el mundo donde se hace evidente la conjunción de fuerzas telúricas. También un paseo a los bajos fondos palerminos para comprar ¡¡¡tabaco!!! cual si fuera heroina o cualquier droga dura. Había huelga de estancos y -efectivamente- el ejército estaba en las calles. Me río yo de los que están en contra de legalizar las drogas, sólo deberían de probar a ilegalizar alguna de las usuales-legales y que aportan buenos impuestos y la Cañada Real se extendería hasta los barrios nobles de las mejores ciudades.
Todo por un temporal en curso en todo el Mediterráneo occidental y sobre el que cabalgamos en las últimas horas -haciendo buena la ajustada predicción del patrón- antes de entrar a refugio en esta histórica ciudad, ejemplo de lo complejo, abigarrado, culto, mundanal, hedonista y mil adjetivos más del inmensamente rico Mare Nostrum. Rico en riquezas de las que los del Norte no conocen o no saben disfrutar. Pudiente Palermo, acaudalada por que el laberinto musulmán de sus calles se entrecruza en las plazas o ágoras griegas y en todas ellas se mercadea, se vive, se disfruta. ¿Qué sabrán de ésto los bárbaros del norte?.
No sabía yo de vuestras indagaciones por Palencia. Se nota la sangre detectivesca del periodista. ¡Hace tanto que no nos vemos!
También me acuerdo de que le regalamos al gasolinero el único cigarro que le quedaba a Fernando. No nos mató porque es muy civilizado.
Tenemos que reunirnos aunque solo sea para unificar criterios. Mis recuerdos me dicen que era notario en Palencía y que no contestaba a las cartas, de ahí que nos pidiera que le llevaramos en persona el regalo.
Creo Ana que vas a tener que hacer otra entrada en este blog con la historia actualizada de nuestro cicerone siciliano.
Besitos para tí y para los Lookieros (aunque suene fatal)
Viriato
Pues la neurona, la que me queda, no me da pa tanto. Es posible, pero yo no me acuerdooo.
Podríamos construir una historia paralela entre todos, sería divertido.
No contestaba a las cartas porque tenía miedo….El estuvo en Sicilia una vez, sin que nadie lo supiera, buscando al viejo amigo. Pero algo,algo sucedió que le hizo volverse corriendo. ¡ Dios!
Quizas los bocadillos de higados. ¡So cochinos!
No, estáis equivocados. No contestaba a las cartas y no quería pasar por Sicilia porque tenía miedo a la mafia y el hombre que nos pedía el favor tenía un hotel en el parque natural de las estribaciones del Etna. Nos explicó que allí no había mafia, bueno un poquito, mientras -efectivamente- miraba a un lado y otro de la mesa.
Todos aquel que pare por esta bella isla sabe que la mafia es un mito. El joven vestido de Armani al que le habrían la puerta de atrás del flamante mercedes unos amigos con amplios costados para acercarse a un puestecito del mercado de la foto donde se vendía el tabaco a precio de caviar iraní y al que curiosamente todo el mundo cedía paso sin chistar… o la delegación de Ferrari en Palermo donde en exposición había más de 15 de estos coches. Ni en la delegación de Barheim hay tantos. Todo ello son peculiaridades que nos describe muy bien el grande y recientemente fallecido Andrea Camilleri.
Ahora bien, el notario catedrático por qué rechazaba las cartas y los regalos y por qué no quería ir y tenía miedo a la mafia. Esa es la pregunta que debemos plantearnos y Ana enfila el camino correcto, quizás…
Mejor lo resolvemos con mesa y mantel por enmedio. ¡Venga!, cuándo y dónde quedamos. Viriatos, os llamamos para ir preparándolo. En el puente de mayo no que bajamos un barco desde Barcelona al menor de los mares.
Joer, por cierto, todavía me repite de vez en cuando el bocata de casquería; pero ¡que bueno estaba!. Habrá que volver para probarlo.
Pues va a estar apretado, tendremos que quedar antes de Mayo, porque nos vamos a Grecia y no en finde a mediodía, tenemos prácticas. ¡ Que asco!
Tengo 2 amigos sicilianos que viven en Valencia, de gran confianza, pero cuando hablas de la mafia cambian de tema. Uno de ellos me contaba que cuando era pequeño, estaba en un funeral y mientras el parroco levantaba la cruz… se alzó tambien el finado; era catatónico.
El cura asustado comenzó a chillar:
-c'é un diavolo, c'é un diavolo!!!!!
El pueblo enfebrecido le clavó la cruz y lo mató.
-Eso es Sicilia, Ana, eso es Sicilia. Me decía mi amigo respondiendo a la pregunta de porqué no volvía por su isla.
Fantastico escuchar de nuevo a Pietra Montecorvino, hoy me da por recordar.
bonitaaaaaaaaaaaaaaaaa
Pues a ver si sacamos toda la pasión que llevamos dentro, como la de la Montecorvino. Porque tu la tienes, vaya que sí.